Ignacio D. sacó el teléfono del bolsillo para contestar una llamada. Era su hermana. De pronto, en segundos, sintió que un desconocido se acercó por la espalda, le arranchó el celular y huyó por el Centro Histórico de Quito. Ocurrió el miércoles y el joven se quedó paralizado.
“Hace un año ya me sucedió lo mismo en el norte, enviando un mensaje de texto afuera de un local comercial”, relata Ignacio, quien en ninguno de los dos casos presentó la denuncia
Silvio Dávila, jefe de la Unidad de Delitos Contra la Propiedad de la Policía Judicial, dice que los teléfonos celulares son los aparatos que más se roban y se venden en el mercado negro de la capital.
Según el Informe 14 del Observatorio de Seguridad Ciudadana, el celular fue el objeto más delinquido en la capital (52%), en el 2010. Dávila sostiene que el robo se registra generalmente con cuatro modalidades. Una de ellas es el arranche al contestar o realizar una llamada en la calle. Otra es el asalto, es decir, cuando un desconocido se acerca con arma para arrancar el teléfono.
La tercera modalidad es cuando la víctima está dentro de su auto hablando por teléfono o con el celular a la vista. En este caso, los delincuentes rompen incluso las ventanas para llevarse el aparato. Sin embargo, el oficial resalta que la cuarta modalidad es cada vez mayor: el robo en las unidades de transporte público.
Las denuncias por robo de teléfonos celulares se registran en la Policía como robo a personas. Según la Policía Judicial, en el 2009, en Pichincha se realizaron 4 229 denuncias. A escala nacional, la cifra fue de 14 221. Esos números aumentaron en el 2010. En Pichincha se registraron 4 400 casos y en el país 15 982 hechos.
Para reducir el frecuente robo de celulares y su venta en el mercado negro, el Municipio, en coordinación con las operadoras de telefonía móvil, instauraron un sistema de registro de bloqueo de teléfonos reportados robados.
Este plan se aplica desde el 18 de mayo, con el empadronamiento de teléfonos. A través de tres mecanismos, los usuarios pueden registrar sus equipos para que en caso de pérdida o robo, estos no puedan ser reutilizados.
La página web, el ‘call center’ y los mensajes de texto al 4545 (número gratuito) son las vías para este efecto. Lo que se necesita es el número de cédula del dueño del teléfono e inmediatamente el sistema se vincula con la base de datos del Registro Civil, obteniendo así los nombres y apellidos del usuario para registrarlo.
Según Juan Francisco Palacios, gerente de Estrategia Regulatoria de Telefónica, el IMEI (Identidad Internacional de Equipo Móvil, por sus siglas en inglés) es receptado por el sistema en cada llamada. En caso de que el teléfono sea robado y su propietario lo reporte, el sistema se encarga de bloquear el IMEI del aparato para que este deje de funcionar.
Pero el sistema de control aún es vulnerable. Valeria M. concurrió con un teléfono a un local de venta de celulares en Quito y el comerciante accedió a instalar otro número IMEI o, en su defecto, hallar otra placa de un teléfono similar para ponérselo y activarlo.
Palacios dice que aún con las medidas tomadas por el Municipio y por las operadoras, depende de la ciudadanía que el mercado negro no crezca más.
Para el experto en Telecomunicaciones Juan Carlos Solines, habría que pensar qué hacer con los chips que se venden en una tienda y que se instalan en un teléfono. “El celular tiene dos identificadores únicos: el del aparato y el de la tarjeta (sim card). La tarjeta SIM puede ser cancelada cuando se produce un robo, lo que no se puede cancelar es el aparato. Es como los electrodomésticos, en el caso de que se dé un robo en casa, no se puede evitar que se reutilicen esos electrodomésticos”.
¿Cómo detectar un teléfono robado? Francisco Calero, de la Superintendencia de Telecomunicaciones, explica que hay una forma: “Al marcar *#06# aparece en la pantalla el número de serie del teléfono. Es el IMEI activado, que debe coincidir con el número de serie marcado atrás del teléfono. Si no coincide, es que alteraron por software el número IMEI”.
A Anita C. le robaron el teléfono en la ecovía, pasadas las 17:00, al salir de la Universidad. “Era el segundo teléfono que perdía, así que ya no quise comprar uno nuevo. Mi novio me dijo vamos al centro a buscar un usado”, relata. En el lugar, pidió uno de la misma marca del que le habían robado.
“Me dieron con otro número. Cuando estaba en el bus me puse a ver el contenido y al entrar a los mensajes de texto, encontré mis mensajes. Era mi teléfono, me puse histérica, compré el teléfono que me habían robado”.