Los planes para viajar a EE.UU. se truncaron para Sivan. Ella es iraquí y está de paso por Ecuador. Llegó hace un año y medio y como se quedó sin dinero comenzó a trabajar en una cafetería ubicada al norte de Quito. Su idea es ahorrar y continuar su trayecto hacia EE.UU.
Ella, por ahora, puede decir unas pocas palabras en español. Abdul, el dueño del local, le ayuda con la traducción. Como tiene más tiempo de permanencia en Ecuador habla español más fluidamente. En ese tiempo, él ha conocido a personas que llegan desde Asia y África y que son grupos que se quedan apenas meses, porque su destino es EE.UU. Sivan era una de ellas.
Tenía planificado ir este año, tras tramitar sus papeles, pero todo cambió el 27 de enero. Ese día, el presidente Donald Trump firmó un decreto que prohíbe, por 90 días, la entrada a ciudadanos de siete países de mayoría musulmana: Iraq, Irán, Siria, Sudán, Libia, Yemen y Somalia.
Eso provocó que los extranjeros se queden varados. Por eso, en Ecuador, ahora, ellos buscan trabajo hasta que la situación cambie o intentan llegar a EE.UU. de forma irregular; sin papeles, incluso antes de que se concrete la construcción del muro con México.
Otro ciudadano musulmán es Samir, de Libia. Tiene 36 años y el martes a las 10:00 estaba con un amigo en la Plaza Foch en busca de trabajo. Ambos llegaron a Quito, en julio. Antes estuvieron en Turquía y Brasil. La travesía desde su país demoró tres meses.
Con herencias que recibieron de sus padres más la ayuda de familiares que viven en EE.UU. pudieron costear los USD 3 000 para los pasajes de avión. Ellos también están a la espera de cualquier oportunidad para ir a Estados Unidos, sea de la forma que fuere.
Zhaleh está en la misma situación. Él es iraní y estaba listo para irse. Ahora negocia con ‘coyoteros’, que en un inicio le pidieron USD 6 000 para llevarle a Centroamérica y luego a EE.UU. Pero después de la medida de Trump, le dijeron que el viaje cuesta USD 8 000 por ser más arriesgado todo.
Pero no se atreven a ir, ya que no es seguro. Igual piensa Hagmen, otro iraní que está de paso. Su familia lo esperaba en Nueva York, pero tiene miedo de ser deportado cuando llegue a la frontera con EE.UU.
También en Guayaquil se replica esta situación. Uno de ellos es Elías, quien tiene un negocio de shawarmas. Salió de Libia por las guerras y dice que la política de Trump sí le ha afectado, pues ya no podrá ir a visitar a sus hermanos.
Cada año ahorra USD 5 000 para el viaje desde Ecuador. La última vez que habló con su familia le dijo que no podrá reunirse mientras dure la restricción. Elías está molesto. Es uno de los pocos extranjeros de las calles Guayacanes y Víctor Emilio Estrada, en Urdesa (norte), que habla del tema.
Otros musulmanes prefieren callar. En Quito, también hay temor. En el centro islámico, los dirigentes prefieren no hablar directamente de la política de EE.UU., pero se solidarizan con los emigrantes que están varados. En cambio, en la mezquita de Guayaquil, el director Francisco Saud lamenta que esa nación haya adoptado esta política a la que califica de “discriminatoria”.
Sin embargo, respeta los asuntos internos que tomen los países para mantener seguras a sus poblaciones. Él también cree que la medida no afectará demasiado a los musulmanes que están en Ecuador, pues asegura que cada vez hay menos gente de naciones lejanas que vienen.
Según estadísticas del INEC, desde el 2012 hasta el 2015, al Ecuador han ingresado 1 937 extranjeros de los siete países que están en la lista de EE.UU. De esos, 1 625 han salido del país, el resto o se quedó o no registró su salida.
Los viajeros dicen que radicarse en Ecuador es una buena opción, porque “la economía dolarizada genera confianza a la hora de emprender un negocio”. Eso lo admite Hagmen. Él es de Irán y tiene un negocio de especies y embutidos en el centro de Quito. Desde que llegó en 2011, no ha regresado a su país. Tiene cuatro hijos en Irán y cada mes envía USD 500. Sus primos que han llegado el país buscan llegar a EE.UU.
El veto de Trump también afecta a los refugiados
Los extranjeros de esas siete naciones no son los únicos afectados. El decreto del Presidente estadounidense, además, suspendió la admisión de refugiados por 120 días. Eso perjudicó a personas que debían salir desde Ecuador.
La representante de Acnur en el país, María Clara Martín, dice que la noticia les impactó, pues considera a EE.UU., “líder en reasentamiento de personas vulnerables o que dejaron sus países por hechos de violencia”. El año pasado, 500 refugiados viajaron desde aquí a esa nación. Entre ellos estaban sirios, iraquíes, afganos y colombianos. Estos últimos, por la cercanía con Ecuador, son los mayores beneficiados del programa.
El jueves, por ejemplo, nueve personas viajaron desde Quito. Ellos fueron los últimos admitidos por el Gobierno estadounidense. La situación es distinta para 21 familias que suman 34 personas.
Ellos debían viajar en dos semanas. El reasentamiento fue aprobado, pero el bloqueo de Trump impide que se ejecute.
Ahora, este grupo de refugiados pasa un momento difícil. Los padres dejaron sus trabajos, vendieron sus cosas, entregaron los departamentos que arrendaban e incluso retiraron a sus hijos de las escuelas. Por eso, ahora piden ayuda a Acnur, pues no podrán salir del país en los próximos meses. De hecho, la finalización de la restricción no garantiza que viajen inmediato, pues el trámite podría ser anulado y deban iniciarlo de nuevo.
Por eso, Acnur espera que los viajes se normalicen; es la única forma en la que los refugiados se sientan seguros. “Ellos no pueden regresar porque corren riesgos”, dice.
En EE.UU. también hay una lucha judicial por los migrantes y refugiados. El viernes un juez de ese país bloqueó la medida temporalmente, pero abogados del presidente Trump buscan revertirla. Ayer, el Departamento de Estado informó que restauró unos 60 000 visados (inicialmente) cancelados a ciudadanos de estos países musulmanes.