Pacientes recuperados todavía sienten molestias. Médicos recomiendan mantener controles médicos y rehabilitación. Foto: REUTERS.
Los primeros días de julio Pablo Araujo, de 71 años, se infectó con la nueva cepa de coronavirus. Pasó ochos días hospitalizado, pero se recuperó. Sin embargo, luego de más de un mes, aún siente un dolor muscular intenso que se agrava por una patología preexistente: la artrosis.
El malestar -cuenta su hijo Pablo- se sitúa en el cuello, manos, rodillas y espalda. También hay dolor de cabeza. “Los médicos enviaron medicación para que los síntomas bajen pero no han dado resultado. La dosis subió por las fuertes molestias post covid-19”.
En el mundo, y luego de seis meses de que emergiera esta enfermedad causada por el SARS-CoV-2, ya se investiga sobre las posibles secuelas que dejaría en los infectados que suman 24,6 millones; solo en Ecuador son 113 648 casos confirmados; y 80 252 personas recuperadas, según cifras publicadas el domingo 30 de agosto del 2020. Se conoce con este término a las personas que fueron confirmadas, por medio de una prueba PCR, y cumplieron con su aislamiento.
Hasta el momento -explica el infectólogo Byron Núñez-, las investigaciones apuntan a identificar si las secuelas son leves o graves. En el primer grupo están el malestar corporal, debilidad, vértigo o desorientación. Estas no causarían daños mayores. Pero también están las más complejas y permanentes, como daños respiratorios, vasculares, musculares y hasta cerebrales.
Las respiratorias, por ejemplo, son la dificultad para inhalar o exhalar aire y algo de tos seca. Aunque puede complicarse y aparecer la fibrosis pulmonar. Se conoce también como cicatrización del pulmón, la cual provoca falta de aire o dificultad para respirar (disnea), tos seca y fatiga. “Si el paciente desarrolla esta patología puede perder las funciones de este órgano, requerir oxígeno y fallecer”.
Las vasculares representan un riesgo para los recuperados, ya que hay un alto riesgo de trombosis. Su tratamiento se basa en la ingesta de anticoagulantes. Otros pacientes presentan problemas cardíacos y renales, señala el emergenciólogo y catedrático universitario, José Guanotasig.
El SARS-CoV-2 puede dañar gravemente el cerebro y el sistema nervioso, provocando psicosis, parálisis y accidentes cerebrovasculares que suelen descubrirse demasiado tarde. “Si las secuelas no se tratan y se hace rehabilitación física y respiratoria a tiempo pueden convertirse en condiciones complejas”, dice Guanotasig.
Los problemas post covid-19 están vinculados con enfermedades previas, por lo que el malestar puede ser permanente, anotan Núñez y Guanotasig.
Pablo está en este grupo. Él padece de artrosis, una patología reumática que lesiona el cartílago articular, lo que provoca dolores insoportables. Por ello, los médicos realizan un seguimiento constante. Los chequeos se cumplen por medio de telemedicina.
Emma, de 30 años y quien prefirió mantener en reserva su apellido,vivió una situación similar. Ella se infectó en mayo. Luego de un mes y medio, el dolor de cabeza y la fatiga seguían. “Siempre estaba cansada y sentía algo de dificultad para respirar, en especial, cuando hacía actividad física”.
En un estudio publicado en agosto en el Journal of the American Medical Association (JAMA, por sus siglas en inglés) se reportó que entre 143 pacientes evaluados, solo el 12,6% ingresó a cuidados intensivos. De ellos, el 87,4% presentó al menos un síntoma, como fatiga o dificultad respiratoria. Esto se dio dos meses después de ser dados de alta.
“Hemos visto una demora en la recuperación total de contagiados en condiciones moderadas”, dice el neumólogo Joao Salge, especialista del centro brasileño Fleury, citado por BBC Mundo.
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