Con mala crianza y todo, si uno atiende solo a las frías cifras que manejan los economistas, habría que reconocer cómo entre los 27 países que forman parte de la Comunidad Europea, Irlanda es la última rueda del coche!
Sin embargo, para salvar a su economía de un inminente naufragio, acaba de poner en marcha el más rudo y áspero programa de austeridad que registre su historia, desde que a comienzos del siglo XX y en medio de los fragores de la Primera Guerra Mundial, lograre conseguir heroicamente la independencia de manos de sus inmediatos vecinos, los ingleses.
Mucho tiempo después, Irlanda logró ser admitida dentro de la Comunidad Europea. Este bloque tiene como norma fundamental para la integración del continente, al Tratado de Roma (1957) y durante medio siglo el grupo fue mirado como el mejor ejemplo de los procesos de complementación en el mundo.
Pero ahora no queda más remedio que reconocer cómo los dos últimos años el bloque también se ha enfermado, contagiándose de la crisis planetaria, que no encuentra receta ni medicamento apropiados ni fórmula que todos estén dispuestos a aplicar.
A lo largo del medio siglo de éxitos muchos factores decisivos han experimentado modificaciones: los seis socios originales se han convertido en 27 países de muy heterogénea condición; ha irrumpido China con singular dinamismo en los mercados; Rusia ha visto debilitarse su influencia; hay algunas potencias emergentes cuyo nombre basta para describir de lo que se trata, etc, etc.
Mirando a la evolución de Irlanda debe reconocerse que no ha sido menos dramática. Así se advierte con solo decir un ejemplo bien ilustrativo, porque en ese período de colosal hundimiento que fue el colapso del viejo Imperio Romano, la clausura de la llamada Antiguedad y el comienzo de la Edad Media, muchos historiadores creen que la lejana isla –‘la verde Erín’– fácilmente pudo haber sido considerada como el país más adelantado del mundo de la cultura, su depositario y su conservador. Estos grandes servicios, siempre vinculados con el catolicismo, desde las lejanas épocas de San Patricio (432) y San Columbano. Por eso no es de sorprender que ocurrida la ruptura religiosa de comienzos de la Edad Moderna, el enfrentamiento entre protestantes, quienes prevalecieron durante años y los católicos, quienes resultaron sometidos, asumiera marcada violencia y dureza. Pero conseguida la independencia y también el ingreso a la Comunidad Europea, los años más recientes han sido azarosos.
Luego del escándalo por la alteración de las cifras económicas griegas, el Gobierno irlandés en la desesperación de crear más trabajo ha incrementado con exceso el gasto público y los subsidios y el déficit fiscal hasta que hubo que llegar a un corte cruel. Ahora el doble enigma es: ¿cuánto tiempo el Régimen mantendrá esta política y cuánto tiempo la resistirán los electores?