Felipe Asanza Miranda L.
En la luz del conocimiento y la lógica, es decir de la razón, se ilumina la luz de libertad y esperanza del mundo. Con mucha razón, José Ortega y Gasset sostuvo: “A la república solo ha de salvarla pensar en grande, sacudirse de lo pequeño y proyectar hacia el porvenir” y tal batalla en grande por buscar el porvenir y sembrar el árbol de libertad fue liderada por los próceres de la Independencia.
El canto de libertad y la dignidad de un Estado soberano naciente debían ser acompañados y vigorizados con la sangre de los patriotas.
Un reto enorme aquel de ser República, mediante el cual se generaba un contrato donde libremente los hombres se asocian y entre todos se dan una ley a la que se someten, de tal manera que no entreguen ni su libertad ni su igualdad sino a sí mismos.
En esa gesta libertaria, en ese acto valeroso y en esa actitud y voluntad de reconocer la identidad y la autodeterminación de los pueblos, florece la esperanza de construir un país con sueños grandes que se encarnen en realidades visibles.
La libertad moral de los ciudadanos debe ser aquella en la que el compromiso de avanzar depende de la convicción ética y cívica de que el contrato social es mejor que seguir la “inclinación, el interés o el capricho propio”.
Pero con el tiempo, parece que el reto de ser República se volvió simplemente un recuerdo del pasado, pues no es ensayo latente del presente.
Vivimos una era donde “la dictadura se presenta acorazada porque ha de vencer mientras la democracia se presenta desnuda porque ha de convencer”. Intoxicados por el abuso, somos denigrados quienes anhelamos el cumplimiento de la ley y el orden.
La opinión se ve vedada por el silencio y la prensa amedrentada, mientras que José Mejía Lequerica decía: “Las opiniones no se borran con fuego”.
El reto de ser República no está en recibir promesas y adherirse equivocadamente a ellas, ni proteger al tirano que provoca guerras en donde la libertad se expone al peligro de ser arrebatada.
Sócrates decía: “Amenazados por los que disfrutan el gobierno, el pueblo corre el peligro de ser asesinado” y por lo tanto habrá perdido el reto de buscar la verdadera consolidación de la República.
¡Es hora de emprender el cambio! La democracia o es grande o deja de ser democracia.
¡Todos los pueblos del mundo que han lidiado por la libertad han exterminado a sus tiranos!