Gabriela Narváez (derecha) se unió a la iniciativa de intercambiar y apoyar. A la izquierda, Pamela Gonzaga. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Del mercado y la plaza, a las redes sociales. El trueque renació en Quito y se impulsa con fuerza ante la crisis.
El truque tiene un largo recorrido. Antes de la llegada de los españoles no había moneda. Aunque Alfonso Ortiz, excronista de la ciudad, indica que pudo haber equivalentes, como el uso de las pepas de cacao, no hay certezas.
En la Colonia e inicios de la República no desapareció el intercambio, pues hubo épocas de escasez de circulante. Para los tributos, los indígenas combinaban el pago con dinero, telas, herramientas y alimentos.
En la sociedad prehispánica, el mercado era el espacio para el canje. En la Colonia, esa actividad se fijó en la Plaza Grande. Más adelante, la práctica pasó a San Francisco y luego, al primer mercado moderno y cubierto, en la plazoleta del convento de Santa Clara.
También se tienen referencias de otros espacios, como las Cuatro Esquinas (Espejo y Guayaquil), donde artesanos ofrecían sus productos.
Hoy, las redes sociales son el punto de encuentro. Hay variedad de grupos. Trueque Escolar Quito es uno de ellos. Mónica Castillo fue la promotora del espacio, que nació hace un año y ha tomado fuerza en la pandemia, más con el inicio del año lectivo en la Sierra. Ella resume la consigna: dar nueva vida a las cosas, ahorrar y generar conciencia ambiental. La idea nació en familia y ya suma 3 000 miembros.
La base es el equilibrio. Castillo cuenta que prima la idea de suplir una necesidad pero, en otras ocasiones, la sola satisfacción de ayudar.
Gabriela Narváez, profesional y madre de dos pequeños, por ejemplo, decidió intercambiar un computador que ya no usaban en casa y lo anunció en un grupo de Facebook.
Un joven la contactó, le comentó que necesitaba el equipo para seguir sus estudios de Finanzas y él, a cambio, podría hacer trabajos de albañilería y carpintería. El trato se cerró y el joven de 19 años lacará los muebles de un dormitorio. Ella aportará con la pintura.
Las computadoras están entre los artículos más solicitados. En un grupo de Facebook con 23 020 integrantes, se difundió la historia de un hombre que para conseguir un equipo para sus hijos ofreció el servicio de pintura de casas.
Katerine Córdova, del mismo modo, ha visto en el trueque una forma de cubrir las necesidades de sus cinco hijos, intercambiando su trabajo por víveres, ropa y útiles escolares. No tiene empleo fijo y ahora está en una nueva búsqueda: ventanas y material para el piso de su hogar. A cambio, ofrece limpiar viviendas. “En las noches hace mucho frío, mis hijos y yo amanecemos resfriados”, explica.
Diana Domínguez, en cambio, es una de las cinco administradoras de Trueque Mujeres Quito, que cuenta ya con 11 600 integrantes. Hacen campañas para difundir esta forma de economía colaborativa.
Hay reglas: las cosas deben estar en excelente estado, no dejar plantadas a la personas, no se pueden vender productos. Recomienda hacer el intercambio en sitios públicos.
Por las clases virtuales, Domínguez ve alta demanda de tecnología. A la par, se propone el cambio de máquinas de ejercicio u otros artículos por comida y equipos de bioseguridad.
Guillermo Granja, experto en economía familiar, dice que lo vital a la hora de intercambiar es tomar en cuenta el “precio” justo. Ya sea por el valor de los artículos y servicios, y también por la urgencia de suplir una necesidad.
MÁS SOBRE LA EMERGENCIA SANITARIA