Fernando González acomodó su camisa dentro del pantalón como si fuese a ir a una cita romántica. Tomó entre sus manos un peine y se lo pasó por sus escasos cabellos. Miró hacía el cielo y rezó un padre nuestro. Se preparaba para ir al encuentro con la mujer que lo salvó de un cáncer hace 10 años: la Virgen de El Quinche.
Él fue uno de los 600 000 fieles que desde el pasado viernes empezó la peregrinación más importante de la Sierra central. Su recorrido se inició en Calderón a las 21:45, ocho horas tuvieron que pasar para que González esté de frente a su santa.
En la entrada del puente de Calderón un cúmulo de luces le dio la bienvenida. Se trataba de los puestos de comida. El menú era variado. Se ofrecía desde guatita y seco de pollo hasta mangos y hobos con sal. La mayoría prefirió acelerar el paso y dirigirse a su destino.
Después de una hora de recorrido, el camino fue de piedras y polvo. Ahí, algunos niños estornudaban y otros jugaban con la luz de las linternas. Rodrigo Basantes junto con su esposa y dos hijos, uno de 14 años el otro de 6 meses, caminaban de la mano.
La pareja contó que hace dos años querían tener otro hijo. Pero el esperado bebé no podía ser engendrado. Basantes le pidió a la Virgen la oportunidad de ser nuevamente padre. Cuando perdió la esperanza el milagro llegó. Su viaje fue para presentarle al bebé a la santa. “La Virgen convierte lo imposible en posible, todo puede”, contó entre lágrimas.
A la medianoche los devotos llegaron a uno de los lugares que muchos consideran el sitio de la verdadera penitencia: ‘La montaña de los lamentos’. Sin embargo 50 vallas de dos metros de altura impedían escalar la peña. Ningún argumento hizo que los 55 policías permitieran que los fieles pasen.
Carlos Tena quiso pasar por en medio de los policías, pero ellos con un fuerte contingente despejaron la zona. El teniente coronel, Pablo Ramírez, se dirigió a todas las personas. “La montaña es peligrosa, sigan la ruta establecida”.
Tena le contestó que él realizaba la caminata solo por el risco. Porque el esfuerzo que hacía para subir los casi 500 metros de altura significaban perdonar sus pecados. Dos policías metropolitanos los dirigieron por la av. Panamericana Norte, que da la vuelta a la montaña. La nueva ruta aumentó ocho kilómetros.
Al llegar al puente de Guayllabamba, el cansancio fue evidente, las personas se acostaban a descansar en el frío pavimento. Para Segundo Canchignia el asfalto se convirtió en un imán para las suelas de los zapatos, parecía que las piernas ya no le respondían. A veces se tropezaba, otras solo bajaba la velocidad.
El empedrado para Lorena Ríos hacía las veces de agujas que se sentían en las plantas de los pies, así se lo decía a su novio Carlos, quien no dejaba de abrazarla.
Eran las 04:00 y la fe se ponía a prueba. Sudor, cansancio y calambres conspiraban para que los fieles se rindieran. Pero poco a poco avanzaba la peregrinación.
Con un bastón estaba Freddy Galarza, militar de 40 años, con su pierna izquierda casi inservible caminaba despacio. Contó que hace 15 años en una práctica con armas, un compañero le disparó en la pierna por error. Ese día perdió mucha sangre y para estabilizarse recibió 60 pintas.
Su familia le pidió a la santa de El Quinche para que no muera. Y el milagro se produjo, pero se sometió a 68 operaciones. Desde entonces, para no perder su extremidad va a la peregrinación. “Ella sí cumple, es de verdad”, señaló mientras observaba la cruz gigante que anunciaba la llegada a la plaza central de El Quinche.
Con los primeros rayos de sol, la gente avanzaba hacia la iglesia. Ahí, algunos entraban de rodillas y otros buscaban desesperados ocupar una de las sillas. Para González, la familia Basantes, Tena, Canchignia y Ríos Galarza, la misión se cumplió. Anunciaron que el próximo año volverán.
El balance
Los 14 puntos integrales (hidratación, primeros auxilios y sitios descanso ) atendieron a 36 emergencias. Todas ellas por calambres y deshidratación.
El operativo de limpieza por parte de la Empresa Pública Metropolitana de Aseo (Emaseo), recolectó 150 toneladas de residuos sólidos durante la peregrinación. 112 obreros con 26 camiones de recolección y una hidrolavadora limpiaron el sitio.