Los pasajeros que viajan en estado etílico, dentro de los buses, suelen ocasionar problemas como acoso, riñas o agresiones a los usuarios del transporte en Quito. Foto: Imagen referencial, Archivo/ EL COMERCIO
Todos los días, Caridad se moviliza en Trole para ir y regresar de su trabajo. Ella vive en el sur de Quito y utiliza este servicio para dirigirse a la avenida Colón y retornar hacia la parada de El Recreo cuando su jornada termina.
En mayo de 2015, la mujer, de 46 años, vivió un momento incómodo cuando, alrededor de las 19:00, un hombre en estado de embriaguez empezó a insultar a los usuarios del bus, incluyéndola a ella.
Según Caridad, el desconocido se subió en la parada de El Ejido mientras le gritaba a otro hombre porque, supuestamente, lo había empujado. Ante la mirada curiosa de los presentes, el individuo empezó a agredirlos verbalmente y a amenazarlos.
“Me dio mucho miedo, porque no sabía si en algún momento se pondría violento” dice Caridad, quien recuerda que nadie intentó calmar la situación. El hombre se bajó paradas más adelante y el susto terminó.
Pero ella no ha sido la única usuaria del transporte público que ha presenciado disturbios a causa del alcohol. Verónica, de 26 años, recuerda que en noviembre del año pasado un hombre, visiblemente ebrio, empezó a acosarla.
La mujer tomó el Trole en Santo Domingo para dirigirse hacia su casa. Entonces, el desconocido empezó a arrimársele por detrás. Ante el reclamo de la mujer, él empezó a gritarle obscenidades.
Verónica decidió bajarse dos paradas adelante y tomar otra unidad, para evitar inconvenientes.
Los policías y agentes de seguridad que patrullan en las paradas del Metro, Trole, Ecovía y los Corredores conocen casos similares.
Ellos explicaron a este Diario que en muchas ocasiones, personas que han consumido licor en exceso se suben a los buses y agreden verbal y físicamente a otros pasajeros, e incluso insultan a los choferes de las unidades.
Para los agentes, lo principal es estar atento de las personas que se suben a los buses. Cómo caminan, si hablan a gritos o si huelen a alcohol son algunas de las cosas que los agentes perciben inmediatamente.
También aclaran que gracias a los pasajeros que les dan aviso sobre personas que están tomadas, ellos han podido evitar inconvenientes en las paradas de todo este sistema de transporte.
De hecho, entre enero y febrero de este año se registraron 173 retenciones a pasajeros que estaban bajo los efectos del alcohol en el interior de buses y andenes, según la Empresa Metropolitana de Transporte de Pasajeros de Quito.
Sin embargo, el fenómeno no solo afecta al transporte integrado. En el resto de buses de la ciudad, hay historias similares.
Julio conversó con El COMERCIO sobre el asunto. Él trabaja como controlador de bus desde hacho ocho años. El hombre explicó que amenazas e insultos a pasajeros, acoso contra las mujeres e intentos de robo son algunos de los problemas más frecuentes.
Pero, según él, las riñas al interior de los vehículos de transporte, causadas por gente que ha ingerido alcohol, pueden acarrear peligros mayores.
Él recuerda que hace tres años, dos personas en estado de embriaguez empezaron a discutir a gritos en medio del bus. Ambos comenzaron a golpearse entre ellos, mientras el resto de pasajeros los observaba atemorizados.
Julio cuenta que intentó detenerlos, pero resultó herido por un objeto cortante que uno de los desconocidos había sacado. Aunque la herida fue superficial fue llevado a una casa de salud para que la lesión fuera tratada.
Ahora dice que está atento de ver si hay personas ebrias y no permite la subida al bus a cualquier persona que esté tomada.