‘Salud, salud”, se decían dos chicos de 12 y 13 años, mientras chocaban sus helados de cono. Entre bromas y risas repetían que no se van a marear. Ellos se decidieron a probar los helados de cerveza, que se ofrecen en una isla de Quicentro Sur.
Estas golosinas con sabor a bohemia, son la carta de presentación de la Heladería Pailetto. whisky, cerveza, Baileys se lee en los pequeños rótulos expuestos en el congelador, donde también se ofertan sabores como vainilla, chicle, ron pasas, entre otros.
Uno de los chicos, con cierta expresión de duda, prueba su helado y enseguida suelta la pregunta: ¿Cómo lo hicieron? y sin dejar espacio para la respuesta, su amigo expresa otra duda: ¿Esto chuma? No, responde Érika Granda, dueña del local y creadora de las recetas de los singulares helados.
Aprovecha la apertura de sus clientes para explicar que está preparado con una cerveza común y corriente, no importa la marca. “Con las mezclas y uno que otro ingrediente adicional, el nivel de alcohol disminuye, lo cual evita que quienes lo consumen terminen con los mismos efectos que provoca la cerveza”.
Pailetto apareció en el mercado de los helados hace tres años. La idea surgió de la necesidad de preparar un helado de paila que fuera apto para las personas con intolerancia a la lactosa. Luego de hacer varias pruebas, Santiago Espinosa, esposo de Granda, logró obtener un helado natural y sin crema. Él es ingeniero en alimentos y desde entonces empezó a preparar de sabores tradicionales, licores y hierbas.
Uno de los chicos termina su postre y reconoce que falta poco para animarse a comprar otro. ¿De whisky o Baileys?, le pregunta a su acompañante y ríen. Miguel Jurado es cliente de la heladería y reconoce que cada que puede no desaprovecha la oportunidad para pedir tres conos, su sabor preferido es whisky. “No lo cambio”.
En la fila, frente a la caja, también permanecía Camila Gallego. Ella fue de casualidad con su novio. Recorre con su mirada los pequeños rótulos donde se anuncian los sabores y se sorprende al leer baileys. Comenta que sí lo ha probado, pero como crema de whisky y no como helado. No duda y pide ese sabor. Su novio prefiere el de cedrón. ¿Cedrón?, le pregunta ella y suelta carcajadas. Él también con una sonrisa, le responde: “O quieres que pida uno de vino tinto o de tomate de árbol con amaretto”.
Granda corta la conversación de los novios y les explica que esos dos sabores solo se los prepara bajo pedido, porque su costo de producción es alto. “Son muy buenos, sin colorantes”.
Los chicos de 12 y 13 años, que aún permanecen en el local, finalmente deciden comprar otro helado, pero ya no de licor. Piden de té. La dueña de la heladería les recomienda que si les gusta lo picante pueden pedir de jengibre. “Apenas pegan la lengua, les pica, pero en cuestión de segundos les pasa por el hielo”.
Más sabores
En el local también se ofrecen helados con sabor a hierbabuena y menta. Uno de los que también llama la atención es el de crema de leche.
El cliente puede pedir los helados en cono o en tulipán. Hay desde USD 1 hasta 3, dependiendo del sabor.