Disfrazados de superhéroes y de brujas, decenas de personas caminaron por el valle de Los Chillos. En los locales comerciales, las imágenes de arañas, calabazas y brujas adornaban los productos en exhibición. En el Centro Comercial San Luis, la venta de disfraces y dulces se intensificó. Padres de familia junto con sus hijos hacían compras.
Jorge Luna fue uno de ellos. Compró USD 4 en golosinas. Su hijo Alexander vestía el traje de su héroe favorito: Superman. Luna contó que desde que amaneció, el pequeño quiso usar el disfraz y manifestó que no se lo sacaría hasta la hora de dormir. Para la tarde tenía previsto verse con unos primitos y completar el grupo de salvadores del planeta.
Pero no solo los padres se esmeraban comprando por Halloween. Xavier Altamirano adquirió, en el mismo lugar, una paleta de calabaza para su novia. Al salir del local abrazó a su pareja y le entregó el regalo. Ella, sonriente, le dio un beso en agradecimiento.
En la autopista General Rumiñahui, en el sector de El Triángulo, Ligia Vergara y Mayra Zambrano vendían los trajes para la noche de brujas. Para llamar la atención de los clientes, se disfrazaron de hechicera y de mariquita.
En el sur de Quito se vivió con calma el Halloween. En la calle Michelena, uno de los sitios más comerciales del sector, se ofrecía productos alusivos a la fiesta. En locales como el de María Cecilia Roma, el disfraz que más se vendió fue el de drácula. Le seguían el de tigresa y el de bruja.
En el Centro Comercial El Recreo, la decoración con globos y acordeones con figuras de calabazas fue común en las ventanas y puertas de los locales.
En Cotocollao y La Ofelia, el Halloween fue el tema principal para la decoración de los locales. Dos peluquerías, una tienda de venta de adornos para cumpleaños y un par de tiendas ubicadas en la av. De la Prensa fueron las que más llamaron la atención.
Nancy Arboleda, propietaria de Megaimperio, una cadena de venta de disfraces que tiene siete puntos de alquiler en la capital, contó que desde el 1 de octubre las ventas aumentaron. En un mes bajo, asegura Arboleda, alquilan unos 100 disfraces en cada local. En octubre, solo en la tienda de El Condado, han rentado 500. “Comparado con otros años, este ha bajado, sin embargo, sí se vende. El disfraz que más piden es el de Piratas del Caribe”.
Entrada la tarde, el movimiento se trasladó a las discotecas. Por ejemplo, en la av. Alonso de Angulo, en Casería Discotec, Fernando Andrade alistaba el local para la megafarra de la noche.