Dolor en familiares de las víctimas
Silvia Calvache fue, en la noche del jueves, al Hospital Metropolitano y a la Clínica Internacional con la esperanza de encontrar vivo a su hijo Robert Brayan Yánez, de 18 años. Él era controlador del bus convencional que chocó con un articulado en la intersección de la av. América y Selva Alegre.
Personal de la Clínica Internacional informó a Calvache que Robert, quien el martes pasado cumplió 18 años, había muerto y el cuerpo fue trasladado a la morgue. No le dieron más explicaciones. "Nunca pensé que lo iba a perder. Ahora no tengo cabeza para pensar en acciones legales".
Ella permanecía la mañana de ayer en la morgue, ubicada en la av. Mariana de Jesús. Hasta ese lugar llegaron los familiares de los tres fallecidos producto de la colisión de los dos buses. Vicente Caguano también fue a realizar los trámites para retirar el cuerpo de su hijo Juan Pablo, de 32 años. A las 22:00 del jueves recibió la trágica noticia. Un funcionario de Medicina Legal le informó que su hijo había muerto.
Vicente contó que pasadas las 19:00, todos los días, su hijo salía del trabajo e iba a la av. América para tomar un bus que le llevara hacia los túneles, para luego ir a San Juan, donde vivía. Era el cuarto de siete hermanos.
Las dos víctimas, según información proporcionada por los médicos legistas, fallecieron por politraumatismos. También tenían rotura de piernas. La identidad de la tercera víctima se desconocía hasta ayer.
Otras escenas de dolor también fueron evidentes ayer en las casas de salud adonde fueron trasladadas las 14 personas que quedaron heridas luego del accidente. En el Hospital de la Policía, Luis Cevallos Morales (62), tenía un cuello ortopédico y se mostraba decaído. Contó que cada vez que se levanta de la cama tiene un fuerte mareo.
Él viajaba en el bus convencional. "Veníamos por la América, en sentido sur-norte y el chofer giró para tomar la Selva Alegre, invadiendo el carril exclusivo del Metrobús. El semáforo estaba en amarillo. Luego del golpe, yo ya estaba encima del chofer".
Recuerda que logró salir del bus unos tres minutos después. Fue pisoteado por el resto de pasajeros, quienes desesperadamente intentaban abandonar la unidad. "Estaba sangrando y me atendieron los paramédicos. Tengo roturas en la cabeza y golpes en el cuerpo. Ya me dieron el alta, estoy esperando que vengan mis familiares", aseguró a las 11:00 de ayer. Cevallos es carpintero y trabaja a tres cuadras del lugar donde se produjo el accidente.
Leticia Villagómez ingresó al Hospital Metropolitano con golpes en su cuerpo. Ella viajaba en el Metrobús. La Clínica Internacional recibió a siete heridos. Cinco con politraumatismos, que permanecieron solo 2 horas y fueron dados de alta.
Dos personas permanecen hospitalizadas. Santiago Fernández Gudiño (18 años) viajaba en el Metrobús, en la parte de adelante. Tres puestos más atrás del chofer. "Solo recuerdo el impacto contra el otro bus y cuando se metió al edificio".
Él tiene una fisura en la columna y viajaba junto con su enamorada, quien se golpeó la quijada. "En el momento que el articulado se metió en el edificio me cayó algo pesado en la espalda, creo que fue una piedra, eso me causó la herida. Fernández abordó el Metrobús en la parada La
Concepción, luego de salir del trabajo.
Unos palos apuntalan ayer el edificio de cuatro pisos ubicado en la esquina de la av. América y Selva Alegre, donde quedó incrustado el Metrobús. La estructura quedó inestable, porque se destruyó una columna.
"Algunas paredes están cuarteadas", dijo Esteban Sáenz, uno de los propietarios de la vivienda que estaba en venta. Según Sáenz, está valorada en USD 1 millón. La propiedad ocupa un cuarto de la cuadra. Allí viven cinco familias. En el sitio donde ingresó el bus funcionaba una mueblería. A la hora del accidente, 19:30, el local estaba cerrado y no había personas adentro.
Ayer en la mañana, el policía Milton Chizaguano vigilaba que ninguna persona ingresara al primer piso. Unas planchas metálicas impedían el paso.
En el interior se observaba escombros y algunas latas del bus.
Esperanza Melgar, propietaria de la mueblería, que tenía 12 años, estaba en los trámites para evaluar los daños materiales y empezar con las acciones judiciales contra los responsables.
En el parte policial del Servicio de Investigación de Accidentes de Tránsito (SIAT) se indicó que fue un choque lateral angular con atropello y estrellamiento. El accidente ocurrió entre un articulado del Metrobús y un bus de la Cooperativa Ecuatrans.
Según el documento, el conductor del articulado se dio a la fuga. Mientras que el chofer del bus fue aprehendido y llevado al Centro de Detención Provisional, para las investigaciones.
Pablo Coello, jefe del SIAT, indicó que en el análisis del entorno vial se constató que en la intersección donde ocurrió el accidente hay señalización y semaforización. Además, que había una señal restrictiva de giro a la izquierda, la cual el chofer del bus convencional, que venía de norte a sur, no respetó y se impactó contra el articulado.
La misma contravención fue repetida en la mañana de ayer por Luis Guamán, conductor del bus de placas PAQ- 739 de la cooperativa Disuntransa. Él venía por la América y giró hacia la izquierda por la Selva Alegre. Un grupo de policías que patrullaba el sector le entregó una citación. Guamán justificó su acto aduciendo que si va por la calle Ulloa se demora cinco minutos más en su recorrido y luego le multan.
Esta falta es una contravención grave en la Ley de Tránsito, que se sanciona con una remuneración básica y seis puntos menos en la licencia. La Policía colocó conos anaranjados en esta intersección para evitar el paso de otros vehículos. Ayer, los curiosos seguían llegando hasta la escena del accidente para ver cómo quedó el edificio donde se estrelló la unidad del Metrobús.
La investigación
El SIAT tiene ocho días para enviar los resultados de las investigaciones del accidente a la Fiscalía. Se analizará el entorno vial y el estado mecánico de las unidades. Se descartó la ingesta de alcohol en uno de los dos conductores. Los automotores fueron llevados a los patios de retención de Calderón.
La familia Velasco, propietaria del inmueble, pide ayuda al Municipio para los arreglos del edificio. Todavía no evaluaban los daños en la edificación y el costo de la reparación.