Han transcurrido casi 16 años para que los quiteños recordemos, de la noche a la mañana, que convivimos con uno de los principales riesgos naturales: las erupciones volcánicas. Esto ocurrió luego de que el Instituto Geofísico, hace una semana, informara que se registraba una actividad moderada en el volcán Cotopaxi.
En muchos habitantes de esta ciudad, automáticamente, el cerebro desempolvó recuerdos que se remontan al 7 de octubre de 1999, cuando nuestro más cercano vecino: el Guagua Pichincha registró un aumento considerable de su actividad; tan considerable que un gran hongo de ceniza que alcanzó los 20 kilómetros de altura; 48 horas antes, arrojó cerca de 5 000 toneladas de ceniza.
Este material se convirtió en un forzado vecino que acompañó en varias jornadas, el día a día de los quiteños. Así como ahora venden discos compactos, cargadores, estuches o frutas en esquinas de calles y avenidas, en ese año, los ahora comerciantes autónomos, vendían mascarillas de todo tipo, linternas, gafas plásticas, botiquines, guantes… Entre los consejos para la población estaba aquel de no retirar, utilizando agua, la ceniza volcánica de techos, ductos o cualquier superficie. Además de cubrir los recipientes de agua.
Lo más importante fue que para buena parte de los quiteños (familias, instituciones, entidades, empresas…), las medidas de prevención fueron parte de la cotidianidad de los hogares; es decir, saber qué hacer, cómo actuar en la familia, adónde ir, qué llevar en caso de ir a un sitio seguro. Durante casi un año el tema del volcán fue protagonista.
16 años después la historia cambia. Ahora se habla del Cotopaxi que, de ocurrir algo similar, tendría una incidencia directa en zonas del Distrito Metropolitano, como los valles de Los Chillos y parte de Tumbaco. Para el resto de la ciudad, la ceniza sería el problema.
Entonces, se debe “desempolvar” (y actualizar) aquel aprendizaje social que, en prevención de riesgos, hubo con el Guagua Pichincha. El éxito depende de un factor: la coordinación entre el Gobierno y el Municipio.