La pólvora estaba en recipientes de plástico y los voladores amontonados en el piso. Un obrero empacaba un fino polvo gris en carrizos y su tarea se interrumpió por la llegada de los policías, bomberos y del intendente de Pichincha, Édgar Silva.
Eso ocurrió ayer, a las 10:33, en una vivienda donde funcionaba un taller artesanal de fabricación de juegos pirotécnicos, ubicado en el sector de San Pedro de Taboada, en Sangolquí.
La pista para llegar al lugar fue un letrero colgado en la puerta. El Intendente ingresó en compañía de 15 policías y seis inspectores del Cuerpo de Bomberos.
El operativo fue parte de los controles que inició la Intendencia a la venta de voladores y explosivos. “El propósito es prevenir accidentes y controlar la comercialización de los materiales que se utilizan”, dijo Silva.
El propietario del local, Manuel Toapanta, presentó a las autoridades el permiso de Bomberos. Sin embargo, faltaban los permisos de las Fuerzas Armadas y la autorización de la Intendencia.
Al no tener esos documentos, las autoridades procedieron a decomisar voladores, petardos y pólvora. También materiales que estaban listos para ser entregados hoy, según Toapanta.
Él explicó que en su taller se elaboran castillos y voladores que son utilizados durante las festividades de diciembre y que se entregan solo bajo pedido.
“No vendemos ningún producto para el año viejo. 25 años trabajamos en esto y tenemos experiencia. El decomiso de pólvora y los otros productos dejará sin empleo a mis obreros”.
Según los inspectores de Bomberos, en el taller falta señalización en los sitios de almacenamiento de la pólvora y un manejo técnico. También se cuestionó el estado de las instalaciones eléctricas y la manipulación de los materiales explosivos.
Durante estos días, la Intendencia anunció que se realizarán más operativos de control a los talleres artesanales y a los centros comerciales donde se expenden explosivos para el año viejo.