He sido testigo de los cambios experimentados por la querida San Francisco de Quito.
Lo de Quito, ciudad franciscana, pocos lo creen. Pero tenemos el orgullo de contar con uno de los templos más hermosos del mundo como es el de San Francisco y su Comunidad Franciscana, que hace obra social.
La inseguridad, lamentablemente, cambió a Quito. Ahora hay que poner una tiendita de abarrotes, pero para vivir “enrejados”, como en el ex penal García Moreno. O como todavía dicen nuestros mayores, en el panóptico, hoy llamado cárcel.
Antes no había inseguridad. Estudiaba en la entonces Escuela Ciencias de la Información en la Universidad Central. Tomaba el bus Camal-La Gasca, daba gusto ceder el puesto a las señoras que no necesariamente tenían que estar embarazadas. Se lo hacía por respeto, este es uno de los valores que antes se practicaba.
Ahora no, los machistas dicen que por qué tienen que ceder el puesto, si ellos también están cansados de la jornada de trabajo. Cuánto pesa la educación. Antes, por lo menos, había mas valores.
Para ponerle un poquito de alegría a esta remembranza debo relevar que todavía existen lugares de esparcimiento y tradición.
Les invito a visitar el barrio La Ronda (y desde luego el hermoso Centro Histórico), para probar los sabrosos canelazos. Están muy bonitas las calles y edificaciones.
Ahí nació el pasillo Negra mala, ahí cantaban ‘Los Potolos’ (Benítez-Valencia), el ‘Pollito Ortiz’ (Bolívar Ortiz), ‘Los Omotos’ (Eduardo y Danilo Miño Naranjo) y muchos artistas más.