La vista a la ciudad desde El Panecillo es única. Andrés Carranza, turista guayaquileño, conoce pocos datos sobre la historia de este mirador, ubicado a 3 000 metros.
Camina por el rústico piso hecho de piedra tomando fotos. Luego, se sienta a descansar y recuerda que su abuelita contaba que el lugar también era conocido como la Olla del Panecillo. “Era una bodega de granos. Este es un sitio para la celebración del Inti Raymi”, cuenta Carranza.
Según descripciones del texto de historia Quito Colonial, en la época de los quitus, antes de la conquista inca, bautizaron al lugar con la palabra quichua Shungoloma. Traducida significaba loma del corazón.
Es decir, en el tiempo preincaico, se edificó sobre la cima un templo para dedicar culto al dios Sol, llamado Yavirac. “Por los mapas y relatos se cree que estaba ubicado en territorio de los reyes quitus”, dice el texto.
Los incas también conocían a la colina como Ñahuira, que quiere decir el lunar; zona de grano asentado.
Hay otra etapa de la historia, contada a partir de la llegada de los españoles. Los conquistadores encontraron cenizas del Tahuantinsuyo y notaron que la antigua Shungoloma era un lugar estratégico dentro de la región.
Allí levantaron la ciudad españolizada de Quito junto a la colina y la bautizaron con el nombre de Panecillo, por su parecido con un pan pequeño.
La montaña servía para recoger agua de lluvia y regar terrenos, en especial de la Mansión Bellavista. Después del 24 de Mayo de 1822, la montaña se fue poblando.Actualmente, hay viviendas de bloque asentadas a los costados del sinuoso camino.