Isabel garcía. Madrid.
Para EL COMERCIO
A Mario Vargas Llosa le pareció fantástica. Quizá debido a esa “excitación febril” que sufría cada vez que pasaba página preguntándose ¿y ahora qué?
Un lanzamiento muy custodiado
En España, la última entrega fue custodiada en un polígono con extrema seguridad para que nadie se adelantara a su llegada a las librerías.
Una vez en ellas, nunca se vieron colas tan largas, algo curioso en un país donde el 45% de la población no lee casi nunca, según la Federación de Gremios de Editores.
El tándem Brad Pitt-Tarantino quiere comprar los derechos de la saga. O, mejor dicho, de la protagonista, Lisbeth Salander, para convertirla en la heroína de sus próximas ‘criaturas’.
Hasta el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, pidió una visita guiada por los rincones donde cobran vida las novelas, en Estocolmo. Después, ya conversaría con su homólogo, pero antes ‘Millenium’. Es el nombre de la trilogía sueca que tiene en vilo a medio mundo… aunque en Ecuador sea aún desconocida. Tiempo al tiempo.
No en vano se han vendido 13 millones de ejemplares en todo el planeta. Y seis millones de espectadores vieron la adaptación cinematográfica del primer tomo. El segundo ya está en los cines del norte de Europa y el resto del continente espera ansioso su estreno el 23 de octubre. Y qué decir de la serie de televisión que también está grabada. Basta teclear la palabra mágica en Internet (Millennium) para ver un adelanto.
El éxito de la ya considerada obra del siglo solo es comparable al de Harry Potter o ‘El Código da Vinci’, que rozan las cifras de ventas de ‘Los hombres que no amaban a las mujeres’, ‘La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina’ y ‘La reina en el palacio de las corrientes de aire’, los curiosos títulos de la saga.
Europa es su principal coto, pero la ‘milleniummanía’ ha saltado a países tan dispares como Israel, Colombia, EE.UU. o China. ¿Por qué? El escritor español Lorenzo Silva lo tiene claro: “Es magnífico a la hora de enganchar con el seguimiento de la historia”.
El lector se preguntará: pero ¿cuál es la trama? Una lucha entre buenos y malos con interesantes ingredientes: periodistas con escrúpulos, policías sin ellos, asesinatos sin resolver, sexo sin prejuicios… El telón de fondo es la ‘idílica’ sociedad sueca, adalid de los derechos sociales y todo lo que huela a civilizado.
Nada más lejos de la realidad, según el responsable de la trilogía, Stieg Larsson, quien intentó plasmar las pulsiones negativas que ocultan sus paisanos. Como muestra, los nórdicos encabezan la lista europea de países con más muertes por violencia doméstica, según el I Congreso Internacional sobre Violencia de Género.
La segunda pregunta será: ¿y quién es ese Larsson? La respuesta merece capítulo aparte, ya que se ha convertido en un ídolo de masas cinco años después de su muerte. Un ascensor averiado tuvo la culpa, ya que el periodista, que abusaba de la nicotina, el café y la comida chatarra sufrió un infarto tras subir a pie las siete plantas que le separaban de la revista que dirigía, Expo (su homónima en la ficción es Millennium).
Apenas días antes, había entregado a una editorial los adelantos de sus novelas. Tenía pensada una serie de 10 y dicen que hay una cuarta inacabada, pero Eva Gabrielsson, su compañera durante 32 años, insiste en que no verá la luz. Al menos, hasta que se aclare la herencia de USD 100 millones, cuyos únicos beneficiarios son el padre y el hermano de Larsson, con los que ni se hablaba.
Ella lucha para que se reconozca su condición de pareja de hecho, pero la Ley de Cohabitación solo le permitió quedarse con los muebles. “Es la paradoja que intentaba reflejar Larsson sobre Suecia”, analiza la catedrática Cecilia Morán. Gabrielsson asegura que no se casa registros y ser así blanco fácil de los nazis que le amenazaban por el contenido antirracista de su revista. Mientras, Silvia Montero hojea su tercer libro en el metro madrileño. “No le dejé comprarlo a mi hermana para que no lo leyera antes”.