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¿Cómo vivieron los ecuatorianos la caída de Jamil Mahuad?

Caida de Jamil Mahuad el 21 de enero del 2000. Foto: Archivo EL COMERCIO

Caida de Jamil Mahuad el 21 de enero del 2000. Foto: Archivo EL COMERCIO

Uno de los días más críticos de la vida política del Ecuador, en el nuevo milenio, fue el 21 de enero de 2000. Ese día, el gobierno de Jamil Mahuad sería derrocado. La jornada tuvo un impacto en la rutina de los ecuatorianos. Escuelas, bancos, empresas, transportes, entidades públicas,  todo se paralizó por esta crisis política.

54 lectores participaron en la encuesta '¿Dónde estaba y qué hacía durante el golpe a Mahuad?'que propuso este diario. Un reto a la memoria que recogió testimonios de cómo los ecuatorianos vivieron el golpe de estado.

Virginia, ahora residente de Nueva York, cuenta -por ejemplo- que a principios del 2000 vivía en Guayaquil. Ella recuerda estaba en un centro comercial y hacía fila para realizar una transacción bancaria, cuando se percató que los televisores estaban transmitiendo las protestas en Quito. Luego de salir del banco, relata que se percató que lo mismo sucedía en los  almacenes de electrodomésticos. Ella resume a la jornada como “un derrocamiento televisado”.

Desde Ibarra,  David Mafla relata que tenía 11 años  y que estaba reunido en la casa de una compañera de la escuela para hacer una tarea, fue entonces que ocurrió el derrocamiento y, para su suerte, señala el joven,  tuvieron unas largas vacaciones hasta que todo se estabilice de nuevo.

Ricardo Medina de Quito, dice que de pronto se suspendió la clase de Educación Física y, cuando regresaba al aula, vio de reojo en la televisión de sala de profesores. ‘Los indígenas se tomaban el congreso’. Pocos minutos después fue a su casa.

Juan Pozo de Quito también paralizó sus actividades en el colegio por las protestas. Cuenta que los profesores los enviaron a media mañana a las casas en los buses de recorrido disponibles en ese momento. Pero, el bus que tomó  lo dejó lejos de su vecindario y debió caminar hasta su casa para enterarse qué pasaba.

Wilfrido Rivas también cuenta su experiencia en las aulas, pero como profesor. Recuerda que hubo alboroto en la sala de profesores porque se hablaba de golpe de estado. Dice que un alumno del colegio era sobrino de Mahuad, por lo que presurosamente llegó el padre y el hermano del estudiante para retirarlo. Luego dice que las “sorpresas” no terminaron hasta las 7:00 del 22 de enero, con la posesión de Gustavo Noboa.  Ricas recuerda la frase “un presidente derrocado está derrocado” que dijo Mahuad.

Quienes se encontraban en sus trabajos vivieron ese día de una forma distinta. Álvaro Sánchez dice que trabajaba en una oficina, en el norte de Quito, y  alrededor de las 10:00, el gerente les anunció que ‘los indígenas se habían tomado el Congreso’. Cuenta que salió a protestar cerca de la actual Asamblea Nacional e incluso ingresó al recinto legislativo. Después quiso ir a la Plaza Grande pero fue imposible. Él vive actualmente en Madrid y cuenta que producto de esa crisis política tuvo que migrar.

Álex Cabello de Guayaquil vivió la crisis desde una clínica. Ese día, Cabello había pedido permiso para hacerse unos chequeos médicos. Se enteró por televisión del problema y cuando salió hacia su trabajo, por la av. 9 de Octubre, constató olor a humo, gases lacrimógenos, negocios cerrados, hasta gente queriendo robar bancos.

Amparo Yánez conjugó una crisis personal en medio del golpe de estado. Ella vivía en Riobamba y el 21 de enero del 2000 falleció su madre en Quito.  Yánez llegó a Quito días después y no pudo asistir al entierro de su madre porque las vías estaban cerradas e incluso buscó llegar en avioneta pero no fue posible

Para Victor Aroca ese día “fue una anécdota de nunca olvidar”. Cuenta que estaba realizando el curso de ascenso a Suboficial de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) y fue encomendado a despejar las vías obstruidas. Cuenta que en una comunidad del Chimborazo, junto con miembros de la policía fueron cercados por manifestantes y se salvaron de ser agredidos gracias a un dirigente indígena.