Ahora resulta que los bancos administrados por el Estado, como en el caso Cofiec, han sido administrados con los mismo vicios de aquellos banqueros que terminaron volando por los aires en la crisis del 1999.
Según información del superintendente de Bancos, Pedro Solines, Cofiec entregó USD 9 millones en préstamos de forma irregular y al menos 16 operaciones se ejecutaron sin que se cumpla con las normas que garantizan la recuperación de cartera. Es decir, con todas las condiciones para que alguien se robe la plata. Además, al menos seis créditos eran vinculados.
Cifras más cifras menos, el cuadro de Cofiec es parecido al del Banco del Progreso, del tristemente recordado Fernando Aspiazu. Hasta aquí todo más o menos igual a lo ocurrido en 1999, sin agregar el hecho de que los medios de comunicación, administrados en aquel tiempo por esos mismos banqueros, son ahora manejados con la misma lógica de entonces.
La diferencia está en que hace 10 años no había un ‘boom’ petrolero que permita meter la mano en el bolsillo del Estado para tapar los huecos y así evitar la hecatombe.
Pero la diferencia también está en la justicia. En esa época, a estas alturas, los miembros del Directorio de un banco con la misma conducta del actual Cofiec ya tendrían órdenes de captura. Tanto caminar y gastar para estar en el mismo sitio. O peor.