Entrevista a Camilo Pinzón, director general de edes business school. Foto: EL COMERCIO.
Camilo Pinzón es presidente de la Corporación para el Emprendimiento y la Innovación del Ecuador. Además, es socio fundador de Startups & Ventures y Presidente de la Corporación Líderes para Gobernar. También trabajó en el Ministerio Coordinador de la Producción. Cree que la cooperación pública privada es una necesidad urgente para que el Ecuador sea más competitivo, más aún en un ciclo de recesión económica.
¿De dónde surge el modelo de trabajo articulado entre empresa, academia y universidad?
Este concepto viene del triángulo de Sábato, un modelo que dice, a breves rasgos, que la interrelación entre distintas instituciones es beneficiosa para todos. Esto quiere decir que las organizaciones se comunican, cooperan y establecen relaciones a largo plazo, con condiciones económicas, jurídicas y tecnológicas que fortalecen la productividad y la innovación. Pero lograr relaciones de largo plazo implica una serie de decisiones institucionales que desacomodan normas, reglas y formas en las que se comunican las instituciones.
Pero en Ecuador no se siente esa cooperación.
Al hablar de universidad y de empresa, la relación es lineal: formar gente para que sea contratada. La relación entre Estado y universidad es de regulación, de control de calidad, pero poco se ha hecho en cooperación. Y lo mismo pasa al ver la relación sector público-empresa, a pesar de que hoy se habla de las alianzas público privadas. Hay pocas iniciativas que incorporen a los tres actores. Para generar una alianza entre ellos se necesita institucionalidad, una agenda, trabajo de largo plazo y resultados. Todo esto implica compromisos.
En Ecuador se habla del eje empresa-academia-Estado hace una década, ¿por qué no hay resultados?
Todavía no se ha entendido la cooperación entre estos
tres actores.
¿Por qué todavía no se ha entendido?
Es un proceso, viene de un tema cultural e institucional. No es fácil abrir información a otro actor. Esta triple hélice: empresa, universidad y sector público, se trata de cooperación, de integración. Esto significa que la universidad se mete en el espacio de la empresa, el sector público hace lo mismo en la universidad y así se rompen paradigmas.
¿El asunto está en permitir que otros ingresen al área de un tercero?
Claro. Si yo quiero tener cooperación de verdad tengo que entender los problemas de los demás y que los demás entiendan los míos. Es importante también los roles de los gobiernos locales para entender los problemas. Esto implica romper barreras, pero no es fácil hacerlo.
El país promovió en los últimos años la formación de talentos en el extranjero, ¿cómo aportan ellos a la empresa o a la academia?
El hecho de que se forme más gente en el exterior es positivo. Pero en esta clase de programas se necesita, desde el principio, definir desafíos y proyectos con la academia y el sector privado, para establecer compromisos y fijar sectores para desarrollar, no necesariamente dirigidos por el Estado. Estamos con un pensamiento desde la oferta, en el que uno pregunta a otro qué le gustaría estudiar, luego se le asignan recursos y se asume que habrá una retribución. Eso no necesariamente se cumple, en especial en una coyuntura de recesión económica, en la que el proceso de absorción de talentos es incluso más compleja .
La contracción es reciente, pero el programa de becas lleva años. ¿Qué pasa con ese talento que regresa y no halla las oportunidades que pensaba tener?
Prefiero pensar en positivo y creo que el conocimiento por sí solo no genera riqueza. La gran empresa y las pymes deben tener incentivos para absorber personas con conocimientos para innovar. Además, estos talentos que llegan deben entender que esto tiene una dinámica y que el mercado tiene una manera de funcionar. Habrá personas a las que les va a ser difícil ingresar y tendrán que reinventarse.
Usted ha participado en los tres sectores, ¿ se habla allí de la triple hélice?
Creo que no con el nivel de profundidad que se debería. Hay buena voluntad, pero tener cooperación público privada no es armar foros, sino generar compromisos. Y para esta cooperación hay una serie de instrumentos como promoción de ‘start ups’, incentivos para desarrollo de ‘spin offs’ con los nuevos becarios, oficinas de transferencia tecnológica, parques tecnológicos, alianzas…
Desde el sector público hay que bajar la regulación tan drástica y enfocarse en problemas; desde el sector educativo hay que entender que el proceso de aprendizaje necesita espacios de interacción con la empresa.
El trabajo entre universidad, empresa y Estado siempre es un desafío. ¿Lo es más en medio de una contracción económica?
Es un desafío, pero hay que entender para qué nos sirvieron las crisis anteriores. La de 1999 fue muy dura, pero nos permitió tener estabilidad monetaria; la crisis del 2009 nos permitió fortalecer la capacidad productiva local; y en esta crisis creo que debemos pensar en la internacionalización de las empresas. Pienso que es imperativo, en especial en la situación actual, fortalecer los vínculos de cooperación entre sector público, empresa privada y academia. Las alianzas determinarán el éxito del Ecuador y de sus sectores productivos.