Norman Wray. Foto: Archivo / EL COMERCIO
Norman Wray
Dirigente político del movimiento ruptura 25
Hoja de vida: es abogado y fue periodista. En el 2004 se unió a un grupo de jóvenes para crear el movimiento Ruptura, que se unió a Alianza País hasta el 2011. Fue constituyente, concejal de Quito y candidato a la Presidencia.
Su punto de vista:
La Constitución de Montecristi abre un espacio de participación y democracia. El problema, señala, es la interpretación que un poder concentrador le está dando.
La frase:
Ya no cabe preguntar ¿quién jodió al país? Hoy esa interrogante nos la debemos hacer cada uno de los ciudadanos”.
En el 2004, ustedes entraron en la política nacional preguntándose ‘¿Quién jodió al país?’ Diez años después la pregunta puede ser: ¿Qué jodió a la Ruptura?
Hace 10 años hicimos este cuestionamiento cuando atravesábamos una crisis profunda. En función de encontrar una salida en paz y en democracia a esta crisis, había la necesidad de renovar la conciencia política de las personas. Esto fue parte de un proceso que se consolidó en la Asamblea Constituyente del 2008.
¿Qué pasa ahora?
Hay una coyuntura política totalmente diferente, han pasado muchas cosas. En el caso de Ruptura, la decisión que tomó el CNE (eliminarla del registro electoral) es una mala interpretación de lo que establecen la Constitución y el Código de la Democracia. Solo a los partidos se les puede aplicar el umbral del 4% de votación mínima en dos elecciones pluripersonales consecutivas. A los movimientos como el nuestro, no.
¿Fue un error no haber participado en las elecciones seccionales de febrero, al menos para mantener una presencia política formal?
Fue un acto de responsabilidad, por el resultado que tuvimos en las elecciones nacionales del 2013. Fue un momento para tomar aire y conformar mejor a la organización de cara a las elecciones del 2017. Participar en dos procesos en menos de un año, con un movimiento cuyas condiciones económicas y organizativas quedaron golpeadas, era muy complejo.
¿Ruptura estaba consciente de que su vigencia corría peligro con esa decisión?
Estábamos convencidos de esta decisión. El Código de la Democracia, en su artículo 327, habla de las causales para que un partido político desaparezca, nunca menciona a los movimientos. Además, creemos que una organización política no está obligada a participar. La Ley es muy clara, pero el CNE ha hecho una interpretación mucho más extensiva.
Resulta paradójico que una organización como Ruptura termine siendo víctima del diseño democrático por el que apostó con entusiasmo en Montecristi.
Nuestra responsabilidad con la ciudadanía era crear la Constitución de Montecristi, tomamos decisiones muy duras y actuamos con coherencia. Nos separamos de Alianza País cuando se planteó la reforma constitucional del 2011, para reestructurar la Justicia. Ahora tenemos críticas profundas a la reelección indefinida y a otras reformas que se pretenden. La Constitución y el Código a la Democracia hablan de la pluralidad de actores, la diversidad en la representación y un sinnúmero de principios que buscan profundizar la representación social y política. Pero la interpretación que le dan algunos de los órganos estatales coarta estos principios.
¿Las decisiones por las que Ruptura pierde su registro electoral no son por el diseño jurídico de Montecristi?
Allí se establece con claridad la necesidad de impulsar a las organizaciones políticas, que se fortalezcan, que haya procesos formativos con la ciudadanía, el ejercicio del liderazgo, que exista presencia amplia, no de líderes únicos, sino multiplicidad de actores. El Código de la Democracia, si bien promueve estos preceptos, también tiene algunos vacíos. Frente a ellos, el CNE hace una interpretación restrictiva.
La oposición dice que el CNE terminó cooptado por el Ejecutivo. ¿No es producto de una falla constitucional de Montecristi?
Las instituciones merecen una evaluación para saber si estas responden a lo que se planteó inicialmente. Luego habrá que exigir cambios.
¿Estarán dispuestos a recolectar firmas otra vez para inscribir a la Ruptura?
Esperaremos la resolución del CNE y en segunda instancia nuestra impugnación.
¿Es el momento para pensar en alianzas estratégicas?
Primero, el Ecuador debe definir cuál es el sistema político que quiere tener, cómo fortalecer a sus organizaciones políticas y cuál es el rol de estas. Hay mucho por hacer en este tema. Nosotros queremos formar un sistema organizativo y político favorable para llegar fortalecidos a las elecciones de 2017.
¿Diez años después, las inquietudes que motivaron el nacimiento de la Ruptura siguen vigentes?
El país ha cambiado mucho para bien. Pero en temas de fomento a la organización social y política, para mal. Vivimos un proceso que busca un escenario político limitado y concentrado. Ese no reconocimiento de la pluralidad de voces, a largo plazo, nos va a traer más problemas que beneficios. La política no solo se construye desde el ámbito nacional, sino desde los escenarios locales.
¿Por eso el revés de Alianza País el 23 de febrero?
Pienso que sí. Desde el Gobierno se ha construido un poder centralizado y ahora los seccionales reclaman mayor democratización y equilibrio.
¿Entonces, la pregunta que se hicieron hace 10 años sigue vigente ahora?
La pregunta ya no debe buscar un culpable. Ahora nos la tenemos que hacer cada uno de nosotros como ciudadanos, para asumir con claridad y responsabilidad la construcción de un país más democrático.