Tres velas encendidas, dispuestas en forma de triángulo y un púlpito, custodiaban el féretro de Alexei Páez.
El hombre de 52 años, que luchó toda su vida por la libertad, falleció el sábado pasado, luego de haber sufrido un coma hepático.
En una ceremonia masónica, llena de simbolismos y dirigida por el venerable maestro de la logia Arauco, Santiago Basabe, cientos de personas lo despidieron. El Hemiciclo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) estuvo repleto de políticos, filósofos, catedráticos, jóvenes anarquistas, poetas…
Tres banderas anarquistas colgaban de una de las paredes del lugar, mientras que dos pilares de madera que representaban al Universo y a la Tierra cerraban el ‘altar’ que se dispuso para Páez.
Los masones vestían sus trajes formales, como muestra de respeto y homenaje a uno de sus compañeros. Su hermano Rodrigo Páez, también masón, recordó las luchas de Alexei, tanto internas como externas, por conseguir la igualdad y la libertad. “Descansa hermano mío, descansa por fin liberado. Siempre mantuviste una discreta confianza de aumentar los grados de libertad y justicia disponibles para la humanidad”.
Páez fue un hombre temperamental, anarquista de convicción y roquero por afición. Fue catedrático universitario, experto en temas políticos, de seguridad; pero también fue amante de las artes.
Uno de sus más cercanos amigos y compañeros desde el colegio, Adrián Bonilla, recordó en medio de sollozos a Páez, a su amor por el rock clásico y “su aversión por la música folclórica. Sus obsesiones políticas, el anarquismo, la libertad y esta afición gubernamental que le cogió de viejo, y sus obsesiones románticas, que son muchas”.
El poeta Fernando Escobar Páez, sobrino de Alexei, dijo que él “era más que un pariente común y corriente, era el ‘pana’, el referente intelectual, el compañero de juergas, el maestro”.
Escobar consideró que el mayor homenaje para Páez, quien “ahora puede descansar tranquilo”, es seguir leyendo y difundiendo su rica obra intelectual.
Páez, muy ligado a los movimientos de izquierda, fue amigo personal del cantautor Jaime Guevara. Con una guitarra y su estilo de siempre, le dedicó una canción, que sacó más de una lágrima a los asistentes.
Virgilio Hernández, asambleísta y amigo cercano, exaltó la irreverencia de Páez y su necesidad de cambiar el mundo. “Se va un hombre que no tuvo contemplaciones ni consigo mismo. Siempre estuvo en guerra constante”.