Un patrullero de la Policía Nacional realiza rondas nocturnas en la zona de La Mariscal. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Las alertas comenzaron a llegar desde inicios de este 2019. Las llamadas que recibían los servicios de emergencia advertían de riñas entre jóvenes que terminaban en agresiones extremas.
A finales de abril, la Policía de Quito convocó a los jefes zonales, analizaron las cifras y determinaron que este fenómeno se repetía con frecuencia en seis sitios de la capital (ver infografía adjunta).
Este Diario cruzó información con médicos que atienden en emergencias hospitalarias y con la Cruz Roja, quienes ratificaron este tipo de comportamiento en la ciudad.
Sus paramédicos han recibido pacientes, por ejemplo, de entre 14 y 35 años de edad.
El jefe de emergencias del Hospital Carlos Andrade Marín, Mauricio Gaibor, confirmó que hace tres semanas recibieron a un paciente, a quien lo arrojaron al piso y lo patearon en la cabeza hasta matarlo. Se trataba de un chico de 23 años, que fue auxiliado en las afueras de una discoteca de La Mariscal, en el centro de Quito.
Solo entre jueves, viernes y sábados, ese servicio de emergencias atiende a 8 o 10 personas diarias que llegan con contusiones graves, provocadas en medio de riñas callejeras.
La mayoría ingresa con aliento a licor y, en ocasiones, con presencia de otro tipo de drogas en el organismo.
La semana pasada, Gaibor atendió a un joven que arribó con fracturas en los huesos de la cara y el brazo.
Fue atacado con un palo mientras se encontraba en los exteriores de un centro de diversión en Carapungo.
De enero a junio de este año, la Cruz Roja atendió 847 casos de violencia civil a escala nacional. Así están categorizadas, por ejemplo, las peleas en el espacio público. En la capital se contabilizaron 136 casos.
Hace dos semanas, Cristian Benalcázar, uno de los tecnólogos en emergencias médicas, atendió a una mujer embarazada que fue golpeada con una botella en la cabeza, lo cual le provocó una herida grave.
Fue agredida cuando intentaba separar a su esposo, de 25 años, que se enfrentaba a otras personas de su misma edad.
Información de la Cruz Roja muestra que luego de las peleas, los muchachos aparecen con laceraciones en el rostro, puñaladas en el abdomen o fracturas en piernas y brazos.