Un estudiante sostiene un letrero que dice “Ni perdón ni olvido para el estado asesino” durante una marcha que marcha un mes desde el comienzo de las protestas contra el gobierno en Managua el 18 de mayo de 2018. Foto: AFP
“Nos robaron tanto que nos robaron el miedo”. En Nicaragua las calles han vuelto a hablar hoy, viernes 18 de mayo del 2018, cuando centenares de personas volvieron a salir para pedir la renuncia de su Gobierno con una caminata que empezó donde germinó esta lucha, en el Camino de Oriente.
Hoy hace un mes, unos hombres ocultos bajo unos cascos y armados con pistolas de electroshock, cables de luz y tubos atacaron a una decena de personas que se manifestaba contra unas reformas que el presidente, Daniel Ortega, pretendía impulsar en el seguro social del país.
Ese ataque detonó la mecha de una Nicaragua que parece haber vencido a su miedo, como demuestran los lemas que centenares de personas portaron este viernes en esta nueva protesta, que llegó hasta la Universidad Centroamericana (UCA), un centro jesuita que fue atacado ese mismo día también por supuestas personas afines al Gobierno.
“Hoy revivimos el reinicio porque este ha sido un punto de inflexión para nosotros. Dejamos de estar sometidos y no volveremos a estarlo”, dijo Darwin a Efe mientras enarbolaba la bandera blanca y azul de su país y alzaba su puño para entonar el himno nacional, uno de los lemas de estas manifestaciones.
Lemas como “De que te vas, te vas, así como entraste, con piojos y mugre nada más”, “Por una patria libre”, “Lo que queremos es tu salida” o “Asesino” se leían en los centenares de pancartas y entre los sonidos chirriantes y atronadores de las vuvuzelas y los lanza morteros.
Esos ruidos, junto con la voz de los manifestantes, quieren hablar por las voces de los que se apagaron, como José Amador, Nesken Velásquez, Darwin Medrano, Edwin Bismarck, Álvaro Conrado o Hammer Joel, algunos de los 61 muertos que se han registrado y cuyos rostros forman parte de un altar improvisado en la entrada de la Universidad. Porque “los muertos no dialogan”.
A los lados, dos mantas blancas guardan el sentir de la población con mensajes como “Libres o muertos, jamás esclavos”, “La sangre derramada no se olvida”, “Me duele respirar”, “No más dictadura”, “Sino luchamos juntos nos matan por separado” o “El plomo no gana al pensamiento”.
Y es que este movimiento lleva la revolución en el alma, convencidos de que los muertos no dialogan por culpa de la represión del Estado y no están dispuestos a volver a estar de rodillas.
Han tomado una decisión: “Somos valientes. Somos invencibles. Somos un pueblo mayúsculo. Somos determinantes y ya decidimos que te marches”. Un mensaje que firman “las hormiguitas, pequeñitas y mínimas”.