Luis Poligua es un vulcanizador del Jama quien dice que el negocio a tomado impulso con la tragedia ocasionada por el terremoto. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Son pocos, pero los hay. Negocios que con la emergencia por el terremoto de 7.8 grados de magnitud del 16 de abril que azotó a Manabí han florecido. Uno de estos son las vulcanizadoras. En Jama, uno de los cantones más afectados de la zona, funcionan dos talleres de llantas.
Con la caída de casas y construcciones es común encontrarse con clavos y escombros sobre calzadas y también en las carreteras. Estos fácilmente se incrustan en neumáticos de motocicletas y vehículos que transitan por ahí.
Luis Poligua es el propietario de una de las dos vulcanizadoras que funcionan en Jama. Este manabita volvió a trabajar de inmediato luego del temblor. “Más allá del trabajo era importante ayudar a las personas. En su mayoría son carros de las personas que traen ayuda para los damnificados”, dice.
Poligua cobra USD 2 por parchar una llanta de moto y USD 3 por un neumático más grande, de camiones o camionetas. El pasado domingo el aire de su compresor se agotó pero el contingente militar lo ayudó y lo llenó para que pueda seguir brindando atenciones. En promedio atiende unos 60 clientes cada día.