Comerciantes de Carchi dan
una suerte de asesoría en Ipiales. Foto: Francisco Espinoza / EL COMERCIO
Calculadora en mano, Lucía H. camina por los pasillos de la sección audio y video en uno de los almacenes de Alkosto, en Ipiales, Colombia.
Esta comerciante ecuatoriana tiene un local de perfumes en Tulcán. Pero de jueves a domingo, de 07:00 a 20:00, recorre un centro comercial de la ciudad fronteriza colombiana.
Allí ofrece el servicio de nacionalización de productos, como televisores, computadoras, impresoras… a los compatriotas que cruzan la frontera para realizar compras.
Este ‘boom’ comercial en el sur de Colombia se mantiene desde hace dos años, a causa de la devaluación de la moneda colombiana frente al dólar.
“Nosotros le ayudamos a que pueda cruzar la ‘tele’ sin inconvenientes, a cambio de una comisión. Estamos autorizados”. Así recomendaba, el jueves 3 de noviembre, Lucía H. a potenciales clientes, quienes observaban con atención los equipos tecnológicos.
Cuando alguien le presta atención saca de su cartera un facturero y la cédula de identidad, para mostrar la seriedad de su propuesta. La dama es una de los 6 920 comerciantes del Carchi autorizados para ingresar desde Colombia 59 tipos de productos, libres de salvaguardias.
Se trata de los beneficiarios de la denominada Canasta Comercial, creada en octubre del 2015, por el Comité de Comercio Exterior (Comex).
El objetivo es que los propietarios de tiendas y almacenes, del Carchi ingresen mercancía al país hasta por un monto máximo de USD 54 millones.
Sin embargo, esta estrategia, que busca la reactivación de la deprimida economía de la provincia no se cumple del todo.
En la primera fase de la Canasta Comercial del Carchi, que estuvo en vigencia del 7 de octubre del 2015 al 12 de junio del 2016, apenas se utilizó el 6,7% del monto establecido.
Según Bayardo Martínez, director de la Cámara de Comercio de Tulcán, el problema tiene relación con la falta de capital para traer mercadería y ofrecerla en Carchi.
Esa, precisamente, es una de las razones para que Lucía H. no puede importar las mercancías autorizadas. Es por ello y por el temor a endeudarse que prefiere buscar clientes en Colombia.
Pero ella no es la única. En el Centro Comercial Gran Plaza, de Ipiales, también recorrían el jueves 3 de noviembre aproximadamente 60 beneficiarios de la Canasta Comercial.
Un panorama parecido ocurre en otros establecimientos de la ciudad de Ipiales, en donde los contribuyentes carchenses se han convertido en aliados de los compradores ecuatorianos, para ingresar legalmente los productos.
Una de las razones, a más de las salvaguardias que impuso el Gobierno ecuatoriano a varias subpartidas, es la restricción a traer televisores e impresoras, desde el 25 de octubre pasado.
Es decir, hoy un ciudadano común no puede nacionalizar estos artículos como bienes tributables, como se hacía antes.
Sin embargo, para hacerlo, una de las opciones es que esté registrado como importador ordinario. Por ello se torna más fácil recurrir a los comerciantes carchenses autorizados por el Comex, que están exentos de esta nueva normativa.
Lucía H. se encontró el jueves con otra comerciante del Carchi. Comentaban que han pasado cuatro horas y aún no habían logrado pactar un negocio.
Por sus servicios solicitan entre el 30% y 35% del valor total de un artículo. Ahí incluyen el pago del 14% del IVA, 0,5% del Fondo de Desarrollo para la Infancia (Fodinfa), en la Aduana del Ecuador. Más una comisión.
Aunque al principio, los beneficiarios de la Canasta Comercial que ofrecen sus servicios en el país vecino usaban distintivos, como chalecos, ahora ya no lo hacen.
Lucía H. comenta que los directivos de los centros comerciales colombianos les aclararon que son negocios privados. Es por ello que ahora se confunden con los clientes, a quienes ofrecen sus servicios.
Aunque el objetivo era vender las mercaderías traídas de Colombia en Tulcán, la nacionalización de productos en Colombia se ha vuelto una tabla de salvación para pequeños comerciantes, comenta Martínez.
Según Lucía H., colegas suyos llevaron televisores a Tulcán. Pero hasta ahora no pueden venderlos, porque los turistas nacionales pasan directo hacia Colombia, para realizar el turismo de compras.