Alas 15:00 del pasado miércoles los 28 empleados de la hacienda San Antonio, ubicada en Machachi (al sur de la provincia de Pichincha), laboraban con sus herramientas en la plantación de brócoli para exportación.
Ignacio Pérez, quien arrienda las tierras para la producción, verificaba los procesos. Mientras recorría la finca, que tiene alrededor de 54 hectáreas, mostraba el sistema de riego que se implementó el año pasado.
Para ello se invirtieron USD 50 000. A parte se gastó USD 70 000 para la compra de maquinaria de segunda mano. Eso fue parte de un proceso de tecnificación en la plantación.
Un paso más amplio, que aún no se ha dado, es la mecanización de la actividad. Esto, reconoce Pérez, permitiría, de ser el caso, reducir el personal y enfrentar el impacto del alza salarial y del Impuesto a la Salida de Capitales (ISD) del 2% al 5%.
“Si al costo de mano de obra, que alcanza el 25%, se le suma el 10,6% de aumento salarial y se aumenta el ISD, que pagamos al importar insumos (el 99% se compra en el exterior), el margen de la empresa cae, del 8% en el 2011, al 3% en el 2012… (Con esto) más bien se busca mecanizar”.
Pero no se ha encontrado la forma para aplicar esta medida por lo que el empresario cree que para este año no se hará. Por el momento la finca seguirá trabajando con el mismo número de empleados, que se encargan de siembra, cosecha, fertilización, entre otros.
“Me pagan el básico y todos los beneficios de ley”, reconoce Ligia Arias, de 30 años, quien labora desde hace ocho meses en el sitio. La mujer, oriunda de Machachi, vestía la tarde del miércoles ropa impermeable para protegerse de la lluvia. Un pasamontañas protegía su rostro del frío inclemente.
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Las condiciones de trabajo que enfrentan estos trabajadores llevó a que Pérez les entregara, a parte del salario, bonificaciones. También se les cancela las horas extras que, en promedio al mes, llegan a 12. Con todo esto un trabajador alcanza el salario digno, que para este año alcanza los USD 370.
A este monto también acceden los trabajadores de plantaciones de rosas para exportación como Fiorentina Flowers, que está ubicada en la zona de Cayambe (al norte de Pichincha). “Incluso pueden llegar a ganar más”, dijo Néstor Cruz, jefe de personal.
En el sector floricultor la mano de obra representa el 50% del costo de producción. Este año, solo por incremento salarial, las fincas pagan USD 40 por trabajador (tomando en cuenta no solo el alza del sueldo básico sino todos los beneficios que establece la ley).
En una finca promedio, que tiene cerca de180 trabajadores, al mes se termina gastando USD 7 200, según un cálculo del gremio de los floricultores.
Por ello fincas como Fiorentina, que tiene 245 empleados, aplicarán una reingeniería de procesos laborales. “Mantendremos el mismo personal, pero reduciremos el número de contrataciones destinadas a reemplazar gente que voluntariamente se va. Si se iban 10 personas, por ejemplo, se contratarían seis”, dijo Gino Descalzi, propietario de la plantación.
El empresario dijo que mediante este proceso se estima reducir, a escala sectorial, un 5% el personal que se contrata. Los empleados que se queden tendrán la oportunidad de aprender a realizar diversas tareas y ser más eficientes.
Eso, pese a que aún no ha aplicado el mecanismo, ya vivieron empleados de Fiorentina como María Tipanluisa, de 30 años. La mujer, oriunda de Cayambe, luce una gorra y un overol celeste.
“Entre hace ocho años. Aprendí más cosas y ahora soy supervisora”, cuenta mientras guarda en los bolsillos del delantal sus manos, protegidas con guantes para evitar que las espinas le lastimen.
Ella, quien gana USD 350, comenta que un plus de la empresa es la tecnificación. Allí, por ejemplo, se creó un sistema de abono.
En el sector también se han generado otros procesos de desarrollo técnico y ahora, como estrategia para enfrentar el aumento del costo de la mano de obra, también se piensa en la mecanización.