Un sobreviviente de Bangladesh, atormentado por los gritos de las víctimas asesinadas a machetazos

Duelo nacional después de 20 rehenes fueron sacrificados en un restaurante lleno de extranjeros en una escalada terrible de una campaña de ataques por parte de extremistas islámicos. Foto: AFP

Duelo nacional después de 20 rehenes fueron sacrificados en un restaurante lleno de extranjeros en una escalada terrible de una campaña de ataques por parte de extremistas islámicos. Foto: AFP

Duelo nacional después de 20 rehenes fueron sacrificados en un restaurante lleno de extranjeros en una escalada terrible de una campaña de ataques por parte de extremistas islámicos. Foto: AFP

Un sobreviviente de la masacre yihadista perpetrada el pasado viernes 1 de julio del 2016 por la noche en un restaurante en Daca contó este domingo a la AFP que “rezó a Alá” y “ vomitó varias veces” al escuchar los gritos de las personas asesinadas a machetazos.

Este empleado del Holey Artisan Bakery, un restaurante del exclusivo barrio de Gulshan, dijo que se salvó por ser musulmán. Los atacantes dijeron a los rehenes que no harían daño a los musulmanes.

“Me llevaron junto a dos de mis colegas y nos obligaron a sentarnos, con la cabeza apoyada en una mesa”, relató este hombre, bajo condición de anonimato.

“Recé a Alá. Vomité varias veces. Nos dijeron que no levantáramos la cabeza, pero durante unos segundos levanté ligeramente la cabeza y vi un cuerpo yaciendo en el suelo en un charco de sangre”.

Pensó que no saldría vivo de esta pesadilla que comenzó la noche del viernes y duró once horas. 20 rehenes, incluyendo 18 extranjeros, fueron masacrados.

El ministro del Interior de Bangladés dijo a la AFP que probablemente fueron asesinados durante los diez primeros minutos del ataque.

“Creo que fueron asesinados poco después de que los atacantes entraran al restaurante” , confirmó el empleado bangladesí.

“Escuché muchos gritos, llantos y disparos los primeros minutos. Luego hubo una pausa larga”.

“Hacia la medianoche volvimos a escuchar disparos pero enseguida volvió la calma”.

“La luz estaba apagada pero podía ver a clientes bangladesíes sentados cerca de nosotros en otra mesa. Nadie hablaba”.

“Más tarde, nos preguntaron si ayunábamos por el ramadán. Dije que sí y nos trajeron comida, para que podamos comer antes de que se levantara el sol. Comí muy poco y bebí agua”.

“Los vi llevando armas y machetes todo el tiempo. Iban de una pieza a la otra, no se sentaban nunca”.

“Cuando vieron que las tropas iban a lanzar un asalto, vinieron a vernos una última vez y nos pidieron que no mancháramos en nombre del islam y que fuéramos buenos musulmanes”.

“Salieron de la pieza y escuchamos disparos. Unos minutos después, todo terminó”.

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