La medida anunciada por el Departamento del Tesoro incluye por primera vez a Kim en la lista de líderes amonestados por Washington. Foto: AFP
Las nuevas sanciones de EE.UU. por las violaciones de derechos humanos en Corea del Norte son las primeras que ponen bajo el punto de mira al líder Kim Jong-un, lo que amenaza con elevar la tensión y generar conflictos militares.
La medida anunciada el 5 de julio, por el Departamento del Tesoro, incluye por primera vez a Kim en la lista de líderes amonestados por Washington por abusos de derechos humanos, como el sirio Bachar Al Asad, el libio Muamar Al Gadafi, el iraquí Sadam Hussein y el zimbabuense Robert Mugabe.
Por ello se espera una respuesta fuerte de Corea del Norte, cuyo régimen se ha caracterizado no solo por su extrema devoción a los dirigentes de la dinastía Kim sino también por su intransigencia con cualquier acción que pueda “herir la dignidad del liderazgo supremo”, tal y como suelen expresar sus medios estatales.
“Sin duda las sanciones elevarán la tensión entre Washington y Pyongyang, y pondrán a prueba las relaciones bilaterales Norte-Sur, lo que puede generar una importante amenaza a los esfuerzos realizados hasta ahora para buscar el diálogo y la paz”, indicó a Efe el académico surcoreano Chang Yong-seok en Seúl.
Concretamente, Corea del Norte podría responder con “una serie de provocaciones, como lanzamientos de misiles, e incluso podría llegar a tomar acciones militares drásticas”, según el experto, aunque matizó que antes de sacar conclusiones “habrá que esperar a ver cuáles son las primeras reacciones” del régimen comunista.
La lista de sancionados incluye además a otros diez funcionarios y cinco entidades del país y supone congelar las propiedades que éstos puedan tener bajo jurisdicción estadounidense, así como prohibir a ciudadanos de EE.UU. implicarse con ellos en transacciones financieras.
En la práctica se espera que las sanciones dificulten aún más operaciones de Corea del Norte en bancos y entidades financieras internacionales y acaben con el “anonimato” bajo el que operaban muchos de los funcionarios identificados el martes como violadores de derechos humanos, según el Departamento del Tesoro.
Para muchos, además, la medida del Tesoro indica la firme determinación del Gobierno de Barack Obama de intensificar la presión y consolidar la línea dura en su política exterior hacia Pyongyang.
Las sanciones, sin embargo, “no podrán forzar cambios sustanciales en el régimen como capturar a los infractores o apoderarse de sus bienes, por lo que pueden ser interpretadas como una forma simbólica de advertencia”, indicó Chang, profesor del Instituto de Estudios para la Paz y la Unificación (IPUS) de la Universidad Nacional de Seúl.
También se considera “poco probable” que la nueva medida tenga impacto en el programa nuclear de Corea del Norte, tal y como evaluó para la agencia surcoreana Yonhap el investigador Alan Romberg del Centro Stimson en Washington.
El Gobierno norcoreano no se ha pronunciado de momento aunque sí lo ha hecho el de Corea del Sur, que expresó su satisfacción y deseó que la acción de EE.UU. “permita al mundo comprender mejor las violaciones sistemáticas y masivas de los derechos humanos” en el país vecino, según el Ministerio de Exteriores.
La organización internacional Human Rights Watch (HRW), por su parte, calificó la medida del Tesoro como “un importante paso adelante a la hora de conseguir justicia para las innumerables víctimas de las violaciones de los derechos humanos en Corea del Norte”.
La ONG también instó al ejecutivo de Obama a “realizar más investigaciones y ampliar aún más la lista” encabezada por el joven dictador norcoreano.