Los 33 mineros atrapados en las entrañas de Chile fueron rescatados en su totalidad la noche del miércoles. El emotivo operativo, que puso fin a un encierro de más de dos meses, encendió los festejos y se convirtió en el mayor hito de supervivencia bajo tierra.
Entre gritos de felicidad, aplausos y festejos, los hombres que estuvieron 69 días en las fauces de la mina San José, en el desierto de Atacama, emergieron uno a uno en una cápsula de acero diseñada para el inédito operativo.
Luis Urzúa, de 54 años y jefe de turno de la mina, se convirtió en el último de los sobrevivientes en emerger del estrecho y caluroso túnel de 622 metros de roca sólida. Sirenas y cantos sonaron, globos con los colores patrios de Chile fueron soltados al aire, funcionarios se abrazaron y familiares corrieron a fundirse a Urzúa.
Las celebraciones estallaron en varias localidades. “Chi Chi Chi Le Le Le, ¡Viva Chile!”, vitoreaba la gente en la mina y en las calles de la vecina ciudad de Copiapó. Allí, miles de personas siguieron el rescate en una pantalla gigante en una plaza. “Le entrego el turno y espero que esto nunca más vuelva a ocurrir”, dijo el minero Urzúa al presidente Sebastián Piñera, después de abrazarlo.
Urzúa contó que eran las seis de la mañana cuando llegó la primera sonda y que tenían todo un protocolo establecido. Pero, se olvidó todo. El minero explicó que en esa primera sonda que los halló en vida tras 17 días de incertidumbre, “había (colgados) varios papeles: uno decía ‘Mándame papa’ (comida), ‘Tengo hambre’… Fueron bastantes papeles.
El mensaje que confirmó a todo el mundo que los 33 mineros estaban en vida fue escrito por José Ojeda y resumía perfectamente la información necesaria: “Estamos bien los 33 en el refugio” .
Según Urzúa, tras el accidente, ocurrido el 5 de agosto, tardaron unas tres horas en poder divisar cuál era su situación, por culpa de la polvareda que se levantó. Hicieron varios intentos para salir, y “mucha gente de repente trató de hacer cosas que no eran las mejores, pero por suerte supimos mantener la cordura, y gracias a Dios no hubo ningún accidentado”.
Su preocupación, entonces, fue la suerte de otros compañeros que en ese momento estaban abandonando la mina tras su turno de trabajo. “Rogamos porque teníamos 3 ó 4 personas que iban saliendo. Siempre nos preguntamos si habrían salido” , dijo.
Cuando emergió Urzúa de las entrañas de la mina marcando el fin del rescate, muchos saltaron de alegría. “Es algo emocionante que todos hayan salido con vida, yo estoy feliz, soy minero y estoy feliz”, dijo Luis Piña, de 51 años. Él se abrazaba con el desconocido que estaba a su lado en la plaza del centro de Copiapó.
Más temprano, en un gesto que acercó a dos vecinos con viejos pleitos territoriales, el mandatario Piñera se reunió, junto a su colega de Bolivia, Evo Morales, con el único minero boliviano que salió de la tierra en la cápsula, Carlos Mamani. El presidente Morales agradeció a los mineros chilenos por cuidar a su ‘hermano’ y ofreció llevarse a Bolivia a su compatriota con trabajo incluido.
Pero, el trabajador dijo que quería pensarlo, según uno de sus 10 hermanos que viajó con otros familiares 35 horas desde la ciudad de Cochabamba hasta el hospital de Copiapó.
El operativo de socorro fue elogiado por el presidente estadounidense, Barack Obama. “Este rescate es un homenaje no solo a la determinación de los trabajadores de rescate y al Gobierno chileno, sino también a la unidad y la determinación de los chilenos, que ha inspirado al mundo”, sostuvo. Y no fue el único en felicitar a Chile. Piñera recibió llamados de sus colegas de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; de Argentina, Cristina Fernández; de Perú, Alan García; de México, Felipe Calderón y también del venezolano Hugo Chávez.
“Esto es un milagro de Dios”, dijo Alberto Ávalos, tío del primer minero en ser rescatado, Florencio Ávalos. Poco a poco, el campamento junto a la mina, bautizado con el nombre Esperanza, se iba despoblando después de haber estado bajo los reflectores del mundo por semanas.
Los familiares de los mineros ya rescatados enfilaban para sus casas y algunos periodistas comenzaban a empacar sus cámaras. Pero familiares pidieron que la mina, que autoridades adelantaron que será cerrada, se convierta en una especie de santuario donde vayan a agradecer por el milagro.
En muchas ciudades de Chile hubo festejos por el rescate.