La grieta en el depósito de lodo tóxico que cedió el 4 de octubre causando la mayor catástrofe ecológica de la historia de Hungría no se agrandó y los riesgos de un segundo derrame han disminuido, informó ayer el jefe de los servicios anticatástrofe, Tibor Dobson.
Entre tanto, un nuevo dique sigue construyéndose en Kolontar, el pueblo más afectado por la inundación de lodo tóxico del 4 de octubre. Los cimientos fueron realizados el sábado, y el domingo decenas de obreros trabajaban en la ampliación y la elevación de este dique, explicó Dobson, añadiendo que el buen tiempo favorece la correcta marcha de la obra.
La grieta mide 0,5 m de ancho y al menos 25 metros de largo. En total, unos 900 obreros y expertos trabajan en las diferentes obras de reconstrucción, de retirada de escombros y de limpieza, a los que hay que agregar cerca de 800 voluntarios.
Los habitantes de la región del oeste de Hungría, afectada por la inundación de lodo tóxico, deben obligatoriamente usar máscaras y anteojos de protección. “El lodo rojo, al secarse, puede ser inhalado e irritar las mucosas, y sus efectos irritantes pueden ser perjudiciales para la epidermis, así como para los ojos”, apunta un comunicado del Servicio Nacional de Salud.
El sábado, el primer ministro húngaro, Víctor Orban, aludió al peligro de una segunda inundación tóxica. En efecto, la grie-ta en uno de los diques de la fábrica de aluminio explotada por el grupo húngaro MAL, en Ajka, a 160 km al oeste de Budapest, hizo temer al Premier una “probable” segunda inundación de lodo rojo tóxico tras la del lunes, que hasta ahora ha deja-do siete muertos, 150 heridos y un desaparecido.