Eduardo Cunha, el presidente de la Cámara de Diputados de Brasil, renunció a su cargo tras las acusaciones de corrupción. Foto: AFP
El diputado brasileño Eduardo Cunha renunció entre lágrimas este jueves 7 de julio del 2016 a la presidencia de la cámara de Diputados, rematando una polémica gestión en la que autorizó el juicio político de Dilma Rousseff y fue acusado de cobrar sobornos multimillonarios.
“Es público y notorio que la casa (cámara de Diputados) está acéfala, fruto de un interinato bizarro, que no condice con lo que el país espera del nuevo tiempo tras la suspensión de la presidenta de la República, y solo mi renuncia podrá poner fin a esa
inestabilidad”, dijo el diputado a la prensa al leer su dimisión con ojos enrojecidos y la voz quebrada.
Arquitecto del impeachment y némesis del Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff y el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, Cunha dijo que se había quedado sin margen para continuar, perseguido por abrir el proceso que tiene a Rousseff al borde de la destitución y que amenaza con cerrar un ciclo de 13 años de la izquierda en el poder.
Acusado de manipular los reglamentos de la cámara en su beneficio y de haber recibido al menos cinco millones de dólares en sobornos para facilitar negocios en la red que parasitó a la estatal Petrobras durante una década, este legislador evangélico y ultraconservador que llegó a dominar la agenda política del país, bloqueó buena parte de las iniciativas del PT.
“Sufrí y sufro muchas persecuciones en función de las pautas (de votación en la cámara). Estoy pagando un alto precio por haber dado inicio al impeachment. La principal causa de mi alejamiento reside en ese proceso de impeachment” , dijo Cunha casi sin poder controlar su emoción.
Cunha condujo desde su estrado una escandalosa votación en la que se aprobó someter a juicio a Rousseff por haber autorizado gastos sin la venia del Congreso.
Durante una maratónica saga de tres días en abril, Cunha fue insultado repetidamente y tratado de “gángster” por sus rivales políticos, pero sin inmutarse logró orquestar un amplio apoyo en la votación que prácticamente selló el destino de Rousseff.
“La historia hará justicia al coraje que tuvo la cámara de Diputados bajo mi conducción, de abrir el proceso de impeachment que terminó con el alejamiento de la presidenta, sacando al país del caos”, señaló antes de retirarse sin responder preguntas.
El consejo de ética de Diputados recomendó en junio su destitución por haber “mentido” a una comisión parlamentaria de investigación sobre sus cuentas secretas en Suiza.