No hay conceptos preestablecidos en poesía, sí percepciones y oficio. Si se quiere hablar de la poesía actual hay que referirse necesariamente a la gran tradición que nos dejan poetas como Gangotena, J. Carrera Andrade, Hugo Mayo, César Dávila, F.Granizo, Jara Hidrovo, E. Granda, J. E. Adoum, J. Ponce, H. Vinueza, J. Pazos, I. Oñate, I. Carvajal, M. F. Espinoza, S. Vanegas, A. Naranjo, por nombrar algunos. Hacer poesía sustancialmente es dislocar toda la coherencia que se instaura en el sujeto, la realidad, el lenguaje y los recursos expresivos.En la poesía actual encontramos ciertos vestigios rebelados de esa poesía entendiendo la tradición como la transmisión de una generación a otra de estilo, ideas y formas literarias; pero también existe ruptura en aquella exaltación que lo niega, en aquel ímpetu por querer configurar una estética, una voz en la poesía reciente del Ecuador.
Existen algunos jóvenes poetas que ya se expresan en una importante producción editorial reciente como: E. Carrión, S. Vizcaíno, P. Puma, A. Quevedo, C. Zapata, C. Musso, A. Villalba, J. Lara, C. Carrión, C. Garzón, C. Vallejo,J.J. Rodríguez, A. Minga, (hay más en la lista) que con efervescencia anhelan romper la estructura conventual y tradicional de la poesía. Lo hacen con un ímpetu que se expresa en la trasgresión como un juego creador fecundo, en una desmesura donde se percibe una atmósfera de conspiración y de ceremonia subterránea.
Octavio Paz sostenía que los poetas son videntes y profetas, por su boca habla el espíritu’ el poema no es una forma literaria sino el encuentro entre la poesía y el hombre. ¿Quiso decir que el artificio estético o destreza de lenguaje no es talento? ¿La poesía tiene que ver con la actitud y el desgarramiento del poeta? Borges decía que el único antólogo es el tiempo, finalmente es el filtro de lo que va a perdurar. La poesía en el país es un género fecundo y más de una vez hemos presumido de ella.