Naciones Unidas celebró el 16 de noviembre de forma simbólica que la humanidad alcanzó los ocho mil millones de habitantes. Una fecha que para su secretario general, António Guterres, merece una reflexión sobre el estado actual del mundo y las crisis por las que atraviesa.
Y entre esas crisis, señaló Guterres en un comunicado, hay “una que no suele ser titular de los medios de comunicación: la codicia. Vivimos un momento difícil, pero no exento de esperanza”.
“A mediados de noviembre, la población mundial alcanza la cifra de 8 000 millones de personas. Lo que da testimonio de los avances científicos y las mejoras que se consiguieron en materia de nutrición, salud pública y saneamiento. Sin embargo, a medida que aumenta la familia humana, también se vuelve más dividida”, agregó Gutérres.
Miles de millones de personas tienen graves dificultades; cientos de millones pasan hambre e incluso hambruna. Hay cantidades sin precedentes de personas en tránsito, en busca de oportunidades y tratando de superar deudas y penurias, guerras y desastres climáticos, precisó.
Y a menos que reduzcamos el enorme abismo entre los que tienen y los que no tienen, estamos allanando el camino hacia un mundo con 8 000 millones de habitantes dominado por tensiones y desconfianza, crisis y conflicto. Predice el responsable de la ONU en un extenso artículo.
La población mundial alcanzó los 7 000 millones en 2011 y se estima que llegará a un máximo de 10 400 millones en 2100. Teniendo en cuenta que el ritmo de crecimiento demográfico mundial está disminuyendo desde la década de 1970 y que cayó por debajo del 1% por primera vez en 2020. Según datos aportados por la ONU.
Una carga planetaria
La cadena británica de noticias BBC recordaba sobre el tema que, en 2018, el multimillonario tecnológico Jeff Bezos predijo un futuro en el que nuestra población alcanzará un nuevo hito decimal, en la forma de un billón de humanos dispersos por nuestro Sistema Solar, y anunció que está planeando formas de lograrlo.
Mientras tanto, otros personajes, incluido el locutor británico e historiador natural David Attenborough, han etiquetado a nuestro masivo enjambre humano como una “plaga para la Tierra”.
Desde ese punto de vista, casi todos los problemas ambientales que enfrentamos actualmente, desde el cambio climático hasta la pérdida de biodiversidad, el estrés hídrico y los conflictos por la tierra, se remontan a nuestra reproducción desenfrenada durante los últimos siglos.
En 1994, cuando la población mundial era de ‘apenas’ 5 500 millones, un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford, en California (EE.UU.), calculó que el tamaño ideal de nuestra especie estaría entre 1 500 y 2 000 millones de personas.
Según el organismo de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO), 38% de la superficie terrestre del planeta se usa para obtener alimentos y otros productos (como combustible) para los seres humanos o su ganado: 5 000 millones de hectáreas en total.
En peso, recoge la BBC, los humanos representamos el 32% de los vertebrados terrestres, mientras que los animales salvajes representan solo el 1% del total. El ganado representa el resto. El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) descubrió que las poblaciones de vida silvestre disminuyeron en dos tercios entre 1970 y 2020; durante el mismo período, la población mundial se duplicó con creces.
De hecho, a medida que aumenta nuestro dominio, se han producido muchos cambios ambientales en paralelo; y varios ambientalistas prominentes, desde la primatóloga Jane Goodall, famosa por su estudio de los chimpancés, hasta el naturalista y presentador de televisión Chris Packham, han expresado su preocupación.
En 2013, Attenborough explicó su punto de vista a la revista Radio Times: “Todos nuestros problemas ambientales se vuelven más fáciles de resolver con menos personas, y más difíciles y en última instancia imposibles de resolver con cada vez más personas”.
Y ante ello, un número creciente de mujeres se están uniendo al movimiento antinatalista y han declarado una “huelga de natalidad” (BirthStrike), hasta que se aborde la emergencia climática actual y la crisis de extinción. Se calcula que con un hijo menos se ahorra ambientalmente al año 24 veces el no tener un auto.
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