La oposición al presidente Hugo Chávez enfrenta con optimismo las elecciones legislativas del domingo 26, confiada en volver con mayor o menor peso al Parlamento tras cinco años de ausencia para equilibrar fuerzas en una Venezuela polarizada por la política.
Agrupados en torno a la Mesa de la Unidad Democrática, una treintena de organizaciones políticas consiguió construir, con serias dificultades, un discurso y una única lista de candidatos de cara a estos comicios, que gobierno y oposición ven cruciales para el futuro de Venezuela.Esta coalición está convencida de que después de 11 años de gobierno de Chávez, los venezolanos están decepcionados al tener que enfrentar altas tasas de criminalidad, una economía en recesión y una vida política protagonizada por dos sectores irreconciliables. Por eso, la apuesta de este conglomerado político es ganar entre 60 y 70 de las 165 curules para fortalecer la democracia y construir una Asamblea Nacional plural, que funcione como efectivo órgano de control del Poder Ejecutivo. Y los sondeos estiman que este objetivo podría lograrse el próximo domingo.
“Hay que ganar el 26 de septiembre, primero porque en la calle se siente que somos mayoría, pero también porque es una obligación recuperar la patria, reencaminarla por la Constitución y la legalidad”, señala la líder opositora Delsa Solórzano. “Va a comenzar una nueva era. Seremos una mayoría que legisle para la gente, que controle y logre un equilibrio entre los poderes del Estado”.
Desde el 2005, la oposición estuvo ausente en la vida parlamentaria. Ese año decidió marginarse de las elecciones legislativas acusando falta de garantías y el oficialismo se convirtió prácticamente en el único actor de la Asamblea Nacional (Parlamento unicameral). Hoy, el bloque reconoce que esa decisión fue un error. Desde el 2005, han visto impotentes, cómo el Parlamento concedía a Chávez poderes excepcionales para legislar o cómo los diputados aprobaban sin obstáculos numerosas leyes para fortalecer el llamado “socialismo del siglo XXI”.
Cinco años después, el discurso de la oposición es de unidad y sus banderas son la lucha contra la pobreza, la corrupción y la creciente violencia que solo en 2009 se cobró 19 000 vidas, según cifras oficiales. La oposición también reclama a Chávez haber partido al país en dos.
Estas elecciones “encierran la posibilidad de establecer una visión distinta a la que rige actualmente el destino del país. Estamos viviendo en dos Venezuelas: la afecta al Gobierno que goza de beneficios y la que es vejada, perseguida, marginada”, comenta Enrique Mendoza, un político socialcristiano de la vieja guardia.
Pero para Chávez, este grupo de opositores encarna el pasado y la derecha que gobernó el país antes de su llegada a la presidencia. A menudo se refiere a ellos como “burgueses apátridas”, asociados a los intereses estadounidenses y con un solo objetivo: derrocarlo.
“Acá no se trata de sacar a Chávez de (el palacio de) Miraflores sino de sacar a Chávez del corazón de la gente. Aunque seamos minoritarios, tenemos que enamorarlos con una visión distinta”, comenta el candidato Julio Borges, del centro-derechista partido Primero Justicia.
Este candidato se considera parte de una nueva hornada de políticos que está consciente de que hacer calle es fundamental para convencer al electorado.
Sin embargo, Chávez sigue contando con un gran apoyo popular y aspirará en 2012 a un tercer período presidencial sin que la oposición tenga de momento un candidato para hacerle contrapeso.