La ONU acusó ayer al Vaticano de violar la Convención de Derechos del Niño en un durísimo informe en el que le exige que denuncie a todos los religiosos pederastas. Pero la Santa Sede reaccionó diciendo que los hechos fueron “distorsionados”.
En un documento de insólita dureza, la ONU urge a la Santa Sede a “apartar de inmediato de sus funciones a todos los autores conocidos y sospechosos de abusos sexuales a niños, y denunciarlos a las autoridades competentes para que los investiguen y procesen”.
Además, la ONU pide al Vaticano revisar su postura sobre el aborto y la anticoncepción, evaluar el número de niños nacidos de curas católicos y apoyar la despenalización de la homosexualidad.
Con sorpresa, el Vaticano replicó que examinará cuidadosamente el documento con las recomendaciones difundido por el Comité de la ONU, pero criticó su línea ideológica y su intención de “interferir en la enseñanza de la Iglesia Católica” . Desde Ginebra, el Comité exhortó al Vaticano a “revisar su postura sobre el aborto” cuando está en riesgo la vida y la salud de las mujeres embarazadas, y le pidió “identificar circunstancias en que pueda ser admitido el acceso a los servicios de aborto” , modificando el canon 1398 en la materia.
“Con profunda preocupación” citó las sanciones decididas por la Iglesia en 2009 en Brasil contra una madre y un médico que practicó el aborto para salvar la vida a una niña de 9 años, embarazada tras ser violada por su padrastro.
Los escándalos de abusos sexuales contra niños cometidos por curas afectaron con dureza la imagen de la Iglesia en la última década, con cientos de denuncias cada año procedentes de todo el mundo.
El máximo de denuncias, según los datos del Vaticano, se produjo en 2004 con 800 casos, mientras en los últimos tres años hubo unas 600 denuncias anuales, por abusos cometidos de 1965 a 1985.