El primer ministro francés, Manuel Valls, anunció que el presidente Hollande ha decretado tres días de luto “en honor de las víctimas” de Niza, a partir del 16 de julio. Foto: EFE
Un hombre armado embistió con un camión a la multitud que celebraba el 14 de julio la fiesta nacional en Niza, en la Costa Azul francesa, y mató a 84 personas en un ataque que el presidente François Hollande calificó de “terrorista”.
El conductor, que durante dos kilómetros avanzó sembrando caos y muerte, fue identificado como un franco-tunecino de 31 años, residente en Niza. Sus documentos habían sido hallados en el vehículo.
En una agradable noche de verano, un camión blanco irrumpió a toda velocidad en el Paseo de los Ingleses, la rambla costera de Niza, donde cientos de personas habían acudido a presenciar los fuegos artificiales con motivo del aniversario de la toma de la Bastilla.
El vehículo de 19 toneladas avanzó dos kilómetros arrollando a su paso a la gente, hasta que el conductor, que tenía una pistola y disparó varias veces, fue abatido por la policía.
“Era un caos. Vimos gente herida (…) escuchamos gritar a muchas víctimas”, relató un periodista de la AFP .
La banalidad del modo operatorio -un camión como única arma- y el hecho de que figuren varios niños entre las 84 víctimas han puesto los pelos de punta. El conductor “cambió de trayectoria al menos una vez”, afirmó la policía a la AFP . “Claramente trató de causar un máximo de víctimas”.
La desenfrenada carrera dejó al menos 84 muertos, además de 18 heridos “entre la vida y la muerte” y unos 50 “leves”. Tras el drama, el país observará tres días de duelo nacional, anunció el primer ministro Manuel Valls.
Marie, de 37 años, agente de seguridad en Villa Masséna, un palacio muy cercano al lugar de los hechos que acogía una celebración por el 14 de julio, vio a “cientos de personas precipitándose dentro para protegerse”. “Había niños, y la gente se pisoteaba”, contó a la AFP .
“La gente tropezaba, intentando entrar en hoteles, restaurantes, aparcamientos, en cualquier lugar donde podían evitar estar en la calle”, indicó otra testigo, Emily Watkins, a la Australian Broadcasting Corporation (ABC) .
Varias horas después del ataque, el camión blanco permanecía inmovilizado frente a un lujoso centro hotelero, con sus neumáticos perforados por balas y la puerta derecha repleta de orificios de proyectiles.
Una fuente policial dijo que el vehículo había sido alquilado en la región “hace unos días”. Las autoridades hicieron además un llamado urgente para que la gente done sangre.
Decenas de personas buscaban al mismo tiempo en Twitter noticias de sus parientes.
Por su lado, la mezquita de Al Azhar, la más alta autoridad del islam sunita, pidió “unir esfuerzos para derrotar al terrorismo y limpiar al mundo de este mal”.
‘Carácter terrorista’
El “carácter terrorista” del ataque es “innegable”, dijo en una intervención televisiva el presidente Hollande.
El jefe de Estado advirtió asimismo que, pese a los ataques, Francia “reforzará su acción en Siria e Iraq”, países donde combate a los yihadistas del Estado Islámico (EI).
El estado de emergencia, que debía finalizar dentro de quince días, ha sido prolongado tres meses. Dicho régimen, decretado tras los atentados del 13 de noviembre, facilita los registros policiales y el arresto domiciliario de sospechosos.
Igualmente, Hollande anunció el recurso a miles de ciudadanos reservistas para secundar a policías y gendarmes, agotados por meses de vigilancia intensiva desde 2015.
Este es uno de los atentados más sangrientos cometidos en Europa en los últimos años.
El 13 de noviembre pasado, los suicidas del grupo yihadista Estado Islámico (EI) mataron en París a 130 personas, 90 de ellas en la sala de conciertos del Bataclan.
Antes de estos atentados, Francia ya había sido golpeada por la violencia yihadista en los ataques de enero de 2015 contra la revista satírica Charlie Hebdo y un supermercado kósher, que dejaron 17 muertos y a los que siguieron varios otros ataques y tentativas.