Funcionarios y exfuncionarios de la Secretaría de Salud de México exigen con pañales sucios colgados frente a la puerta del edificio central de ese ministerio que sus hijos tengan una plaza en esa institución, recordando que antes la ley daba carácter hereditario a sus empleos.
“Yo trabajo en el Hospital Juárez. Una de mis hijas acaba de hacer un examen en marzo. Cuatrocientas gentes para diez plazas es demasiado y no nos dan plaza. Yo voy a cumplir cuarenta años de servicio y no puedo meter a mis dos hijas”, afirmó hoy, 12 de julio, a Efe Carlos, un funcionario de 67 años.
“No nos dan la oportunidad porque a veces las autoridades y los sindicatos tienen las oportunidades de meter gente. No nos dan la oportunidad a nosotros de meterla”, sostuvo a su lado Laura, una doctora de 60 años ya jubilada.
Detrás de ambos cuelgan de unas cuerdas unos pañales sucios de pintura que simula heces y flujo menstrual, en una protesta tan singular en la forma como en el fondo y que ya dura seis meses, aunque los reclamos vienen de antes.
Laura explica que el método de reivindicación “es una forma de presión“, porque “da mal aspecto”.
“Precisamente, si da mal aspecto, sácanos rápido de nuestra duda, qué vas a hacer, qué nos propones”, planteó a las autoridades.
La imagen sorprende a los transeúntes que pasan por delante del edificio principal de la Secretaría de Salud, donde está el despacho del ministro, a pocos metros del señorial Paseo de la Reforma de la capital mexicana.
Una fuente de ese ministerio consultada por Efe indicó este martes que la única posición de la institución sobre la protesta es “que está invadiendo la vía publica y afecta visualmente toda la zona y la entrada principal de una institución que da servicio a la sociedad”.
Además, “no es un reclamo laboral, es una exigencia de plazas para los parientes“, lamentó.
“Hubo algún tiempo en que la ley estaba de esa manera, el cargo era hereditario para el familiar”, explicó Laura.