Los servicios de Inteligencia de Estados Unidos sospechan que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, había sido avisado de una posible rebelión del grupo de mercenarios Wagner y de su líder, Yevgeni Prighozin, aproximadamente un día antes de la rebelión protagonizada por la organización y que comenzó la tarde-noche del viernes 23 de junio del 2023 con la toma de la ciudad rusa de Rostov, sede del cuartel del mando sur del Ejército ruso.
Las fuentes de Inteligencia consultadas por el medio The Washington Post entienden que, durante esta última semana, comenzaron a acumularse los “indicios suficientes” como para que el Kremlin “concluyera que ahí está pasando algo”.
No obstante, y como reconocieron el sábado 24 de junio las fuentes de los mismos servicios a la CNN, la naturaleza exacta de lo que iba a suceder, así como el momento exacto en que iba a ocurrir, era desconocida para todos excepto para Prigozhin y su gente.
“Creo que estaban preparados para algo así”, indicó una fuente de Inteligencia al medio estadounidense.
Estas fuentes estiman que el momento clave ocurrió el 10 de junio, cuando el Ministerio de Defensa ruso ordenó a Wagner que se acogiera a la política del Gobierno por la que todos los grupos de voluntarios armados debían firmar contratos con el Ejército, algo que Prigozhin entendió como una incorporación forzosa a las filas, en la gota que colmó el vaso de meses de discrepancias con la cúpula militar rusa sobre el desarrollo de la guerra de Ucrania.
Si bien la Inteligencia de EE.UU. no tiene el conocimiento preciso del momento en que Putin fue avisado de que Prigozhin podría responder con la fuerza a estas tensiones, “estamos seguros de que lo sabía al menos con 24 horas de antelación” a la operación de Wagner, de acuerdo con estas fuentes.
Lo que sí desconocen es por qué Putin no tomó una respuesta inmediata sobre el terreno a la toma de Rostov, si bien sospechan que la lentitud de la reacción se debió a una falta de coordinación a alto nivel dentro del Kremlin “probablemente por rivalidades internas” para resolver una crisis finalmente desactivada el sábado por la tarde.
Ese día, Prigozhin ordenó el retroceso del convoy que le llevaba a Moscú gracias a la mediación del presidente de Bielorrusia, Aleksander Lukashenko.
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