La presidenta electa de Brasil, Dilma Rousseff, comenzó ayer a organizar la transición al futuro gobierno, con la división de las tareas en su principal equipo de asesores, antes de tomarse un descanso y preparar sus viajes oficiales.
El vicepresidente electo, Michel Temer, y el coordinador general de la campaña de Rousseff, José Eduardo Dutra, harán la articulación política de transición junto a los diputados Antonio Palocci y José Eduardo Cardozo.
De acuerdo con lo determinado por el presidente Lula da Silva, los trabajos del equipo técnico de transición serán realizados a partir del 8 de noviembre.
Dutra (quien es también presidente del oficialista Partido de los Trabajadores) dijo a la prensa que desde ayer comenzó a conversar con todos los partidos que apoyaron la elección de Rousseff para conocer sus “demandas y su visión sobre el futuro gobierno”.
La Presidenta electa deberá viajar con el presidente Lula la próxima semana. Y a su retorno, Dutra le presentará un panorama general sobre las demandas de los partidos aliados y también cómo analizan la formación del nuevo gobierno.
La primera mujer en alcanzar la Presidencia en la historia brasileña tiene el desafío de suceder a Lula, el Presidente más popular del vecino país desde que se conocen las encuestas.
Para Dilma, gobernar sin Lula tiene dos implicaciones. La primera, es un dato inevitable -independientemente de quien hubiera ganado la elección- reemplazará a un Mandatario que en su octavo y último año, deja el poder con un 80% de aprobación.
El fenómeno Lula difícilmente se repetirá en la historia brasileña, y Rousseff, lejos del carisma del actual Jefe de Estado, deberá acostumbrarse a la idea de no contar con una inusual aprobación, sostenida por cuatro de cada cinco brasileños, a lo largo de los próximos cuatro años.
La otra consecuencia se aplica exclusivamente al caso de Dilma, por ser la ungida de Lula: ¿Cómo será la dinámica entre Lula y Dilma? ¿Será Lula su principal asesor? ¿Habrá una percepción de que él continúa ejerciendo una considerable cuota de poder o habrá una ruptura política entre ambos?
Solo en el transcurso del gobierno de Dilma se podrán disipar estas interrogantes, cuyas consecuencias no son menores.
Otro desafío de Dilma está en el seno del Partido de los Trabajadores (PT), al que ella se incorporó hace 10 años. De alguna forma, ella puede considerarse una ‘outsider’ del PT, dado que el grueso de su trayectoria política se desarrolló en el Partido Democrático Laborista, del histórico dirigente de izquierda Leonel Brizola, en el que militó 20 años.
Fue Lula quien legitimó su participación dentro del PT, ofreciéndole el Ministerio de Minas y Energía y luego el cargo de jefe de Gabinete (Casa Civil), así como también fue él quien la escogió a dedo para sucederle en la Presidencia, sin internas.
Una vez en el poder, Dilma deberá convalidar su liderazgo, sin la figura de Lula detrás. Este no es un desafío menor si se tiene en cuenta que no son pocos los dirigentes del PT con reclamos históricos pendientes.
Las felicitaciones y un futuro político incierto
El saludo peruano. El presidente Alan García envió una carta de felicitación a Dilma Rousseff. “Con los mejores deseos de éxito en su gestión”.
Desde Asia. China, primer socio comercial de Brasil, felicitó a la nueva presidenta, con el deseo de que durante su mandato las relaciones se refuercen más.
Sobre el futuro de Lula. Se habla de un cargo en un organismo internacional, como las Naciones Unidas o el Banco Mundial (BM). También se rumora que creará una fundación al estilo de la de Bill Clinton. Aunque no se ha descartado que se tome un buen descanso para volver a la Presidencia en el 2014, aunque él lo ha negado.