Ling Jihua, exsecretario personal del expresidente chino Hu Jintao, fue condenado a cadena perpetua por aceptar sobornos, obtener ilegalmente secretos de Estado y abusar de su poder, tras un juicio que se ha mantenido en secreto. Foto: Archivo EFE
Tras un juicio secreto, un tribunal chino condenó hoy, 4 de julio, a cadena perpetua al que fuera “mano derecha” del expresidente chino Hu Jintao, Ling Jihua, el último “tigre” o alto cargo del Partido Comunista (PCCh) en caer en la campaña gubernamental anticorrupción.
“Acepto todos los cargos y me pliego a la sentencia”, dijo Ling Jihua en su declaración final, en la que admitió su culpabilidad y rechazó apelar el fallo, según la agencia oficial Xinhua.
El Tribunal Popular Intermedio Número 1 de Tianjin, a unos 200 kilómetros de Pekín, le consideró culpable de aceptar sobornos, obtener ilegalmente secretos de Estado y abusar de su poder, delitos de los que fue acusado formalmente por la Fiscalía Popular Suprema el pasado mayo.
El juicio se celebró hace casi un mes a puerta cerrada, debido a la acusación de posesión ilícita de secretos de Estado, explicó hoy Xinhua, en la misma línea que han seguido casos anteriores relativos a otros altos cargos.
Según la agencia oficial, un Ling afligido aseguró en su declaración que “el juicio quedará grabado” en su memoria, tras describir el proceso como “meticuloso, racional y civilizado”.
El otrora mano derecha de Hu también mostró su agradecimiento a la corte, la Fiscalía y a sus dos abogados, una actitud servil que la Justicia china suele premiar al atenuar la sentencia.
Ling, quien entre 2007 y 2012 fue director de la Oficina General del PCCh, no conoció su condena hasta hoy, pero su ostracismo político se remonta a 2012, cuando su hijo se mató al estrellarse en un lujoso Ferrari, desatando un sórdido escándalo.
En el momento del accidente, el joven, Ling Gu, viajaba en compañía de dos mujeres, que resultaron gravemente heridas, lo que suscitó muchas críticas sobre el comportamiento de los líderes comunistas y sus familias.
Varios medios sugirieron que el hijo del “tigre” chino, como se llama popularmente a los gerifaltes comunistas, se distrajo al volante por estar participando en actividades sexuales con las chicas, una de las cuales murió meses después de un súbito empeoramiento de salud, pese a que parecía recuperada del accidente.
Tras el siniestro, Ling fue relegado a cargos honoríficos sin relevancia: acusado por algunos de encubrir a su hijo, ocupó la vicepresidencia de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo (órgano similar a una Cámara Alta) o la jefatura del Frente Unido, institución que regula la relación del PCCh con otros partidos.
El asistente personal de Hu Jintao comenzó a ser investigado, por presunta corrupción, en diciembre de 2014 y se le expulsó del PCCh siete meses después, lo que abría la puerta a su procesamiento judicial.
La investigación ha concluido, entre otras cosas, que Ling aceptó sobornos por más de 77,08 millones de yuanes (unos 11,6 millones de dólares, alrededor de 10 millones de euros) en su nombre o en el de su familia, lo que le ha valido la cadena perpetua.
Por abusar de su poder y obtener ilegalmente secretos de Estado, el tribunal le ha condenado además a cuatro y cinco años de prisión, respectivamente.
Pero la sentencia impuesta a Ling, de 58 años, no cierra completamente el caso.
Según publicó hace tiempo la revista hongkonesa Qianshao, éste podría haber entregado a su hermano Ling Wancheng, empresario huido a EEUU, más de 2 700 documentos confidenciales, que incluirían códigos nucleares o redes de comunicación secretas del liderazgo comunista para tiempos de crisis.
Y mientras Ling se convierte en uno de los cargos más altos condenados por corrupción desde la llegada del presidente Xi Jinping al poder, junto al exministro de Seguridad Pública Zhou Yongkang, que cumple la misma pena, China negocia con EEUU, de momento infructuosamente, la captura y extradición de su hermano.
Su juicio era uno de los más esperados en el marco de la campaña contra “tigres y moscas” (en alusión a cargos altos y bajos) lanzada por el presidente Xi cuando sucedió a Hu Jintao en 2013, que saltó a la prensa internacional con la detención y posterior condena del exministro Bo Xilai, hasta entonces una figura política fulgurante.
Como ocurriera con Bo, el escándalo de la familia de Ling coincidió con el relevo de poderes en el PCCh, por lo que algunos analistas interpretan que tras la campaña anticorrupción subyace una estrategia de Xi y sus afines para deshacerse de sus adversarios.