No se podría imaginar un escenario peor: a falta de pocas horas para la cumbre extraordinaria del eurogrupo en Bruselas, los reproches del presidente galo, Nicolas Sarkozy, a su contraparte en el maltrecho “eje” París-Berlín, la canciller germana, Angela Merkel, suponen el bemol que parece dejar la partitura de la unidad europea totalmente desafinada.
“Los griegos están haciendo todo lo que pueden y ya han conseguido mucho. Los únicos que carecen de solidaridad son los alemanes”, comentó Sarkozy, según la versión del rotativo satírico galo “Le Canard Enchaîné”.
En una muestra más de que el eje franco-alemán, motor tradicional de la construcción europea desde los años 60, tiene apenas carburante, el presidente galo habría ido más allá: “El egoísmo alemán es criminal y está prolongando la crisis”, comentó al término de una sesión de su gabinete la semana pasada, según pudo saber el rotativo. Con la disputa entre Francia y Alemania acerca de cómo debe actuar Europa con el segundo rescate griego para evitar la suspensión de pagos helena, el escenario de cara a la cumbre de la eurozona de este jueves parece catastrófico.
Para agregar más aceite al fuego, fue la propia Merkel quien esta martes alertaba sobre las “excesivas expectativas” de la cita de Bruselas. Por si fuera poco, este miércoles el presidente de la Comisión Europea, José-Manuel Durao Barroso, marcaba la temperatura de la crisis: “La situación es grave. Exige una respuesta o, de lo contrario, las consecuencias negativas se sentirán en todos los rincones de Europa y más allá”. “Pido a todos los líderes que muestren la ética de la responsabilidad europea”, subrayó.
El hecho es que los jefes de Estado y de gobierno de los 17 socios de la eurozona se dan cita este jueves en el momento más grave del euro desde su nacimiento hace 12 años, en medio de una sensación de ocaso gradual del “modelo europeo” que planea de forma tácita pero elocuente en la capital europea.
La descontrolada crisis de endeudamiento de Grecia, que amenaza con extenderse a España o Italia, sumada a las arremetidas casi diarias de las agencias de calificación, han colocado al euro y al modelo europeo al borde del abismo, a falta de un verdadero “gobierno económico” coordinado y que hable al unísono (incluidas agencias de ráting de la UE), un proyecto todavía muy en ciernes.
El encuentro es considerado “la última oportunidad” para frenar la crisis de la eurozona, que, a tenor de los hechos, solo parece haber quedado cerrada en falso, a pesar de los rescates de Atenas, Dublín y Lisboa.
La necesidad de la cumbre, a la que se opusieron desde el principio la canciller alemana y el primer ministro holandés, Mark Rutte, hasta no poder ofrecer soluciones concretas a la crisis helena, se puso de manifiesto la semana pasada.
El tema más espinoso es la exigencia de Alemania y Holanda de una “sustanciosa” participación -obligatoria- del sector privado (bancos y aseguradoras) en el segundo salvavidas heleno, que podría ascender a cerca de 30.000 millones de euros, según estimación de Bélgica.
El presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy consideró que la cita era imprescindible tras la constatación del fracaso de un Eurogrupo en el cual la UE no logró cerrar sus diferencias en torno al segundo rescate de la economía griega, por valor de cerca de 90.000 millones de euros, tras los 110.000 aprobados el año pasado entre la UE y el FMI.
Desde 1999, con el nacimiento oficial del euro (y 2002, cuando comenzaron a circular billetes y monedas), la divisa común para 17 socios, comparada por Europa con orgullo con el dólar como segunda divisa internacional, no había estado jamás sometida a tanta presión.
Tampoco desde entonces los líderes políticos de la Europa unida tuvieron ante sí tanta responsabilidad histórica, mezclada con la sensación de encontrarse ante un momento decisivo en el cual, ante la encrucijada, solo existen aparentemente dos caminos que se bifurcan. Se trata de la actuación inmediata o una más a largo plazo, que supere el ámbito coyuntural y aporte la estabilidad que necesita el euro.
“Si la cumbre del jueves sirve solo para taponar una vía de agua, de forma temporal, habremos fracasado. Necesitamos apuntalar el euro para siempre”, apunta una fuente diplomática comunitaria.
¿Cuáles son las principales hipótesis de trabajo que se plantean de cara al jueves? Aunque no existen documentos oficiales, numerosas filtraciones apuntan a la posibilidad de que la UE aumente el fondo de rescate al euro (FEEF, Fondo Europeo de Estabilidad Financiera), con 750.000 millones de euros, para poder comprar deuda.
El objetivo sería, según fuentes diplomáticas en Bruselas, que el fondo pudiera intervenir directamente en los mercados para recomprar parte de los bonos griegos, actuando directamente o a través de préstamos al Tesoro heleno.
Además, como medida de acompañamiento, los socios de la eurozona podrían reducir los intereses que abonan los tres socios rescatados por la UE y el FMI y extender los plazos de devolución de esos créditos.
Todo depende de la eficacia y del sentido de responsabilidad que exhiban este jueves los líderes europeos para taponar de inmediato y para siempre las múltiples goteras que han salido en el poroso tejado de la “casa euro”.
En caso contrario, según apuntaba este martes el periódico holandés “De Volkskrant” en su editorial, “el euro necesitaría acudir al santuario de Lourdes en busca de un milagro”.