Nos trataron de convencer, pero no tenían razón. Es el crecimiento del PIB, y no el sumag causai, lo que produce felicidad.
Un estudio recientemente publicado por Betsey Stevenson y Justin Wolfers con información de 155 países con preguntas estandarizadas de bienestar y con información comparable de PIB, estableció que mientras más alto es el PIB por habitante de un país, mayor es el bienestar que se puede medir por encuestas.
La felicidad es algo complejo de medir, pero Gallup (una de las mayores encuestadoras a nivel mundial) ha realizado durante los últimos años encuestas idénticas es casi todos los países del mundo y ha puesto una inmensa cantidad de información a disposición del público. Nunca los economistas habíamos tenido tanta información comparable sobre la felicidad y el bienestar para tantos países. La Universidad de Pensilvania también dio su aporte volviendo comparables los datos de PIB para todos los países al ajustarlos por el poder de compra.
Y los datos hablan por sí solos. A mayor PIB, hay más felicidad. Claro que no sólo el mayor PIB produce felicidad. Dinamarca y Hong Kong tienen un PIB per cápita muy similar, pero resulta que los daneses son bastante más felices que los hongkoneses. Pero cuando el PIB sube en cualquiera de los dos, su felicidad aumenta. Los brasileños son más felices que los tailandeses, a pesar de que su PIB es similar. Pero tanto en Brasil como en Tailandia, cuando crece el PIB son más felices y cuando cae son más tristes.
En los años 70 apareció un estudio de Richard Easterlin que, con mucho menos datos, llegaba a conclusiones diferentes. Él argumentaba que la gente es más feliz cuando es más rica que el vecino, pero que los países más ricos no necesariamente son más felices. Con toda la enorme cantidad de información disponible ahora, la conclusión es que a Easterlin le faltaron datos. El problema es que a muchos románticos les encantó ese estudio y terminaron defendiendo incoherencias como el sumag causai.
Un PIB por habitante más alto no sólo indica que el ingreso promedio de una sociedad es mayor. Dice que la sociedad en su conjunto es más rica. Y de eso también se genera felicidad. Quienes viven en países más ricos suelen disfrutar de mayores niveles de seguridad y de tranquilidad. La policía suele ser mejor y la probabilidad de un asalto menor, la atención médica tiende a ser mejor y es baja la probabilidad de morirse joven, etc.
La próxima vez que usted vea a un economista diciendo que el PIB debería crecer, no es que está loco; es que está preocupado por la felicidad de su sociedad. Y si no cree que a más ingresos hay más felicidad, écheles una mirada a todos los seudo-izquierdosos que están ganando muy bien en el gobierno y andan más que felices y sonreídos.