Luis Verdesoto Custode. Foto: Archivo / EL COMERCIO.
Si la Corte Constitucional decide, como pide Alianza País, que la Asamblea trate el proyecto de enmiendas, ¿la figura de la reelección indefinida pasará inadvertida en la sociedad ecuatoriana?
No, este tema se ha constituido en un hito de resistencia para la oposición. Un régimen que se caracterizó por plantear la democracia directa, pero cuando tiene que definir temas centrales como la duración de los mandatos, simplemente evade la expresión popular, el límite de hartazgo llega al tope.
Hace un año se decía lo mismo sobre el fin de la Iniciativa Yasuní-ITT, por lo simbólico del proyecto. Pero el tema se diluyó sin mayores sobresaltos, pese al fracaso de una consulta popular. ¿Por qué no podría suceder lo mismo?
Puede ocurrir. Pero en esto también corre una suerte de apuesta: ¿hasta dónde la opinión pública se reprime, y cuándo se expande? En cierta forma, la consulta del 2011 y las elecciones del 23 de febrero fueron una expresión de la espontaneidad popular. Alianza País corre hoy el mismo riesgo.
¿De que se dé otro 23F?
De que la opinión pública ratifique este malestar en las elecciones presidenciales del 2017. Claro que A. País apuesta a la capacidad de recuperación que tiene en las presidenciales, con Rafael Correa de candidato. Sin embargo, este ir y venir en la idea de la reelección ha desatado un concurso de candidaturas dentro del Gobierno, donde lo que prima son los intereses de los líderes emergentes, antes que la unidad.
¿Ve un factor de desgaste político en el comportamiento interno de A. País?
Empiezan a aparecer los intereses de los que no quieren la reelección. El movimiento ya no es lo que originalmente fue. Este rato es una expresión más de la sociedad real, de
los grupos de poder que están presentes en diversos bloques y fragmentos.
¿Quiénes son?
Jorge Glas, José Serrano, Guillaume Long, Gustavo Jalkh, el canciller Ricardo Patiño…
Entonces, ¿no era tan cierto que en AP no había relevos?
Lo que hay son autocandidaturas y una de las que más atención debe merecer es la de Vinicio Alvarado, el único que en público llama Rafael al Presidente de la República. En todo caso, este escenario dentro del movimiento es complicado porque las encuestas dicen que de someterse la reelección a consulta, el Gobierno pierde.
Pero Correa tiene una popularidad del 70%.
Correa concentra gran decisión sobre sí, pero no tiene capacidad de transmitirla. No lo pudo hacer en el apretado triunfo de la consulta popular del 2011 ni en la candidatura de Augusto Barrera en Quito.
¿No hay posibilidad de que ante la presión de la sociedad, Alianza País tenga que someter la reelección indefinida a consulta?
Si eso ocurre puede surgir un intento de fracturar a la oposición, y tal vez en esto Jaime Nebot tenga razón: que la consulta favorezca a Correa.
¿Qué le podría obligar al oficialismo ir a la consulta?
Eso dependerá de que la oposición, inmediatamente después de que la Corte tome su decisión, busque la consulta popular. En ese caso, las preguntas serían de la oposición y no del Gobierno. Creo que debería haber una sola pregunta sobre la reelección.
¿Como propone el movimiento Concertación?
Sí, pero se equivoca cuando pelea con los otros opositores. Yo no estoy de acuerdo con Lucio Gutiérrez, pero esas cosas se hacen dentro de casa. Lo que hizo César Montúfar es un craso error. En todo caso, estos anuncios de consulta son como el primer atisbo de una plataforma sólida, aunque no orgánica, pues existe una propuesta común que es la defensa de la democracia, a favor de la alternabilidad.
¿La oposición está logrando una consolidación?
El 23 de febrero le dejó en una inmejorable posición para afrontar una consulta popular.
El gran triunfador de esas elecciones fue Mauricio Rodas, a quien ahora no le conviene confrontar con el Gobierno pues su prioridad es la ciudad de Quito.
Claro, porque se supone que él debe esperar una elección más. Pero también puede ser posible que Rodas sea el candidato que una a la oposición, y ese es un hecho que no lo definirá él, sino las mismas circunstancias políticas.
¿Rodas, para el 2017?
Es probable, depende de los hechos que sucedan.
¿Siente en Guillermo Lasso, en Nebot, en Montúfar, en el mismo Gutiérrez, un entusiasmo por dar la lucha en contra de la reelección?
De eso depende su vida orgánica. Quedarse seis u ocho años sin vigencia política gubernamental les afectaría fuertemente. Pero más que de ellos, depende de la espontaneidad popular. El caso de la Alcaldía de Quito no fue una reacción de la gente hacia Rodas exclusivamente, fue una reacción contra las sabatinas, contra una serie de elementos y formas de ejercer el poder. El 23F demostró que el país está dividido en tres. 33% de voto correísta fuerte, 33% de oposición y un 33% de voto flotante. El secreto está en captar esta última franja.