Olga Imbaquingo
Corresponsal en Nueva York
La voz de los jóvenes inmigrantes en Estados Unidos se hace escuchar. Ellos también tienen qué decir sobre sus luchas internas, sus miedos y sus fortalezas en un nuevo país y con un nuevo idioma. Esta vez lo hicieron a través de un libro, escrito por ellos.
Más de 80 estudiantes de 50 países de la escuela Lafayette, en Brooklyn, dejaron fluir sus sentimientos a través de la música, la dramatización, la poesía… También escribieron un libro que recopila sus inquietudes y experiencias. Desde su orilla, la inmigración, la pobreza, la homofobia, la autoestima y la fuerza interior tienen otros matices.
Los jóvenes se reunieron para compartir sus creaciones y experiencias. Escogieron la tarde de un jueves para lanzar su libro que resume lo que les duele y los hace fuertes al mismo tiempo.
‘Struggle to be strong’ (‘Luchando para ser fuertes’) es la síntesis de la adolescencia destruida y reconstruida de Ali Ahmed, MaríaVélez, Flore Dorcil, Scut-Anne Raime, Chiristelle Babin, entre otros chicos que participaron.
“Una de las grandes luchas que he enfrentado en mi vida fue la discriminación. Felizmente encontré que algunos de mis compañeros hablaban ruso como yo. Un día unos haitianos me preguntaron: ‘¿Cómo se dice ‘qué pasa’ en japonés? Les dije que yo no hablo japonés. Después me di cuenta de que los latinos y los haitianos odian a los rusos y a quienes hablan ruso”, escribe Jak Kutlokov.
María Vélez es una joven guayaquileña, que vive en Nueva York desde que tenía 11 años. “Tuve que aprender todo de una sola y extrañaba a mi abuela. Lo más difícil para mí es compartir los sentimientos con otra gente”. Ella da un consejo: “La mamá es la mejor amiga y quiere lo mejor para ti”.
Mientras que Anwar Hafeed cuenta su experiencia. “Nada ha sido fácil. Los acentos, la forma de educar es distinta en nuestros países”, dice en perfecto inglés, pero cuando voltea la cabeza para hablar con sus amigos, es el árabe su lengua más segura.
También está la historia de Sandra Staniszewska, una joven muy jovial y animada. “Los chicos piensan que soy lesbiana, porque me gusta vestirme con ropa deportiva, y la razón por la que lo hago es porque tengo un hermano mayor que viste así. Me corto el cabello porque mis amigas del club de fútbol de Polonia también tienen el pelo corto”.
Otra de las historias que recopila el libro es la de Yasmín Sidding, de Sudán. Ella sabe que allá no puede hablar con los chicos en público. Mientras que Albert Chakjalvan conoce el dolor de la guerra: perdió a su amigo en el conflicto entre Georgia y Osetia, Chiristelle Babin sufrió el secuestro de su madre en Haití.
Aún así estos adolescentes no se muestran vencidos, tienen sus propios sueños y sus héroes, que no son Rihanna ni Justin Timberlake, son sus padres, sus tíos, los amigos y sus profesoras: Christina Zawerucha y Leah Hamilton.
Zawerucha es un ejemplo de tenacidad. Sobrevivió a la violencia doméstica y un día, en una escuela en El Bronx, encontró que había problemas más grandes que los suyos. Contó a este Diario que en El Bronx nació la idea que se cristaliza en el libro. “Mis estudiantes han sido mi salvación, ellos me han enseñado a vivir”.
Ella los vio llorar cuando escribían sus historias. “Les dije que si les dolía demasiado no lo hagan y ellos dijeron: “No señorita, lo vamos hacer”. No importa la raza, la religión o la lengua, “todos tienen sus luchas y su forma de vencerlas y ser más fuertes”. Por supuesto, ella también escribió la suya.
En esta velada de diversidad, una polaca, un libanés, una ecuatoriana, un ruso, una haitiana, un pakistaní y una sudanesa levantaron sus brazos y cantaron: “Todo lo que tengo me pertenece, incluidos mis errores. Usted ya lo sabe, quiero ser libre…”.
Durante la narración
Algunos temas que los estudiantes de éste colegio expusieron fueron: Es una lucha ser juzgado por el color de piel, es una lucha ser inmigrante en Estados Unidos, es una lucha pelear contra los estereotipos.
El proceso de exorcizar sus miedos también incluyó la elaboración de un periódico mural. Asimismo, dibujaron sobre varias temáticas, escribieron en inglés y español. De estos ejercicios surgieron reflexiones como “odio mi nacionalidad, porque por ella me discriminan”.