Redacción Cultura
Este es un poeta de adverso destino. Muy extraño. Luego de hacer estudios de Filología vasca y empezar a publicar poemas en una que otra revista, un buen día fue acusado de ser parte del grupo terrorista ETA.
La programación
Hoy, a las 20:00, se presenta ‘Ay amor…’, de la compañía nicaragüense Justo Rufino Garay. En el Teatro Humanizarte, de Quito (L.Plaza y L.García).
Mañana (20:00), en la misma sala, la compañía brasileña Shuffle trips mostrará la obra ‘Nimgueem vai sabé’.
El Festival termina el domingo, a las 12:00, en la Plaza Grande. El colectivo de Brasil, Sala Petra, presentará ‘El cascudo dorado’.
La acusación prosperó y el poeta, de 22 años, fue condenado a prisión por otros 22. Penó cinco años antes de evadirse del presidio. Desde entonces vivía en la sombra de una clandestinidad ambigua. Su paradero no se conoce pero a veces aparecieron nuevos poemarios con su firma.
Uno de ellos, que asomó en 1995, se tituló ‘Hnuy illa nyha majah Yahoo’ (Cuídate siempre mucho, mi querido Yahoo), una referencia medio enigmática a los hoscos personajes de ‘Los viajes de Gulliver’. Este poeta se llama Joseba Sarrionandia y su obra ha marcado el trabajo reciente de la compañía vasca de danza Kukai.
De hecho, la obra que presentaron la noche del miércoles pasado en el Festival Spondylus de las artes, en colaboración con el grupo Tanttaka teatro, está inspirada en ese poemario de reminiscencias gulliverianas.
‘Hnuy illa’ es una colección de piezas de danza concebidas y desarrolladas a partir de varios poemas de Sarrionandia en los que se toca, en un estilo cotidiano, suave, aéreo, la soledad del desamor, la oscuridad del despecho, el vacío existencial del exilio…
La propuesta está montada sobre un juego visual sugerente, hecho de varias capas de tela casi transparente sobre las cuales se proyectan videos que dan la sensación de texturas animadas.
De ese modo, los siete bailarines se desplazan sobre escena como si cruzaran lloviznas o capearan insistentes nevadas.
El trabajo de Kukai explora la danza tradicional vasca junto con los lenguajes contemporáneos.
Los movimientos propios de las rutinas antiguas, como las oscilaciones en círculo de las piernas, o los saltos rítmicos de un bailarín frente a otro, han sido reelaborados minuciosamente a través de la sensibilidad contemporánea hasta dotarlos de una elasticidad y versatilidad vertiginosas.
La música, compuesta para la obra por Iñaki Salvador, marca un clima emocional y dramático.
El piano y las voces están trenzados en tonos que pasan por el fado y el fandango.
La coreografía es mérito del bailarín español Jon Maya y la dirección es de Mireia Gabilondo.
Los versos de este poeta de extraño destino suenan por los altavoces en cada tramo de la obra. Los bailarines sienten la fuerza de esas palabras, la música de ese dolor (“Si encontrara tus ojos… / si encontrara tus ojos me pondría a nadar en ellos”) como un gozo oscuro que los arrastra.
Luego de una hora de espectáculo, los cerca de 100 asistentes al Teatro Benalcázar aplaudían emocionados. En el aire corría una de las últimas frases de obra, una cita de Rainer María Rilke, quien decía que “poesía no es otra cosa que sudar sangre”.