José Castro construye las réplicas de autos clásicos y tráileres en su taller en Ambato

La pasión de José Castro por los trenes surgió luego de que un cliente le pidiera en el 2015 que replicara un mini tren. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO

La pasión de José Castro por los trenes surgió luego de que un cliente le pidiera en el 2015 que replicara un mini tren. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO

Un vehículo Mercedes Benz modelo SSK de 1931 color negro y un mini tráiler Kenworth del 2011 se desplazan por la avenida Manuelita Sáenz, en el sur de Ambato, en Tungurahua. Son las creaciones del ambateño José Castro o mejor conocido por sus amigos como ‘Pepe Castro’.

Es un hábil artesano de la metalmecánica que convirtió el chasis de una camioneta Datsun 1 200 en una réplica del clásico Mercedes Benz de 1931. Ayudado con fotografías y textos antiguos, Castro tenía la idea exacta de cómo se vería. Sin descuidar ningún detalle, comenzó a moldear a mano cada una de las partes y piezas en tol galvanizado. El trabajo lo inició en el 2011 y tardó un año completo para concluirlo.

Los fines de semana pasea por las calles y avenidas de la ciudad. “Muchos piensan que el Mercedes Benz SSK de 1931 es auténtico, pero siempre les digo que lo construí con mis manos, pero nadie me cree”, cuenta sonriendo.

Este hombre lleva 50 de sus 66 años en el trabajo de diseño de autos clásicos, camiones, tráileres y hasta trenes a escala. También lo hace en su especialidad, que es la construcción de finos pasamanos, verjas y cerramientos.

En su taller, localizado en la calle Jacinto Verdaguer, en la ciudadela Jardín Ambateño, al sur del centro de Ambato, forja el metal en un yunque y con los golpes de un combo moldea el hierro para crear sus diseños y estilos de acuerdo con las tendencias, catálogos y al gusto del cliente.

Pero su hobby por los autos clásicos, camiones y tráileres comenzó en 1992 cuando en su taller construyó un mini Jeep Willis a pedales para su hijo. Lo hizo aplicando escalas y el dibujo técnico que aprendió en las aulas del Instituto Técnico Guayaquil donde se graduó en metalmecánica.

La pasión de José Castro por los trenes surgió luego de que un cliente le pidiera en el 2015 que replicara un mini tren. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO

El juguete de su hijo quedó perfecto y se preguntó ¿por qué no diseñar un clásico a tamaño original? Así puso sus manos a la obra. Comenzó en su carro Andino que adquirió en 1991. Desmontó la carrocería y en el chasis comenzó a construir la réplica del Jeep Willis de tamaño natural.

En el mismo chasis construyó un camión y finalmente dio forma a un cabezal de tráiler de la marca Kenworth de 10 ruedas. “En todos estos años he logrado diseñar y construir tres tráileres, dos camiones y cinco trenes para transportar turistas en las ciudades de Baños, Cuenca, Ambato y la Amazonía. Es mi orgullo y mi pasión modelar los metales a mano”.

Su pasión por los trenes arrancó luego de que un cliente le pidiera en el 2015 que replicara un mini tren para transportar a los niños en el parque infantil de Ambato. En su casa planificó y dibujó a escala y construyó pieza por pieza.

Este trabajo le ayudó para firmar con un grupo de empresarios turísticos de la ciudad de Baños un nuevo contrato para la construcción de dos en chasis de camiones Hino. “Fue un nuevo reto que lo asumí con responsabilidad y con buenos resultados”.

Y el más grande de los trenes que ha construido es el del complejo deportivo de la Cooperativa Mushuc Runa que mide 30 metros de largo. Está compuesto por el cabezal y dos vagones. En la obra trabajaron 12 personas expertas en carrocerías metálicas. “Es un modelo alemán de 1900 que diseñé. Tiene todas las características de la época”, cuenta Castro.

En el patio de su vivienda de dos plantas, guarda las réplicas del Mercedes Benz SSK de 1931 y el mini tráiler Kenworth. Dice que para construir el tráiler compró una maqueta que desarmó y dibujó cada una de las partes a escala. “Fue el trabajo de un año completo”.

En el taller al momento construye -con el apoyo de su hermano Carlos- un mini tren a motor que obsequiará a su nieta. Recuerda que su tío abuelo Adolfo Núñez fue quien le enseñó a trabajar en hierro forjado y en la parte artística de su otro tío, por parte de madre, Octaviano Buenaño, quien talló el Diablo de Tandapi en la vía Alóag-Santo Domingo.

Castro recuerda que tras graduarse en mecánica en el Instituto Guayaquil se matriculó en la Universidad Técnica de Ambato para seguir ingeniería, pero no le gustó esa carrera y se retiró. “Quería estudiar ingeniería mecánica, pero no disponía de recursos económicos para viajar a Quito”.

En 1976 emigró a Venezuela. Allá trabajó en una empresa dedicada a los forjados, la metalmecánica y la cerrajería de propiedad de un grupo de españoles e italianos. Ahí mejoró sus conocimientos y técnicas en el hierro forjado. En 1982 regresó a Ambato e instaló su taller de metalmecánica y contrajo matrimonio con Luz Marina Castro. “Seguiré trabajando en mi taller artesanal y en la construcción de carros clásicos que son mi pasión y mis obras artísticas”.

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