Juan Andrade Heymann, Rocío Madriñán de Andrade
Nos preguntamos, ¿qué dirán nuestros amigos intelectuales, quienes afirmaban que la garantía para no perder las últimas esperanzas en este Gobierno era la presencia de la ministra Doris Soliz?
Sucedió meses atrás, durante la post-fanesca en casa de un poeta. Ahora, Doris Soliz ha recibido la deshonrosa tarea de colocar otro eslabón en la cadena de control de un proyecto totalitario: la creación de los CDRC.
Los CDRC sí son una copia de los perversos grupos de control de los regímenes nazifascistas, socialistas, castristas y chavecistas. Y sí son células que penetran profundamente en la población con el supremo propósito de “defender las revoluciones”.
¿De qué manera lo hacen? De todas las imaginables, ya que obedecen órdenes de fanáticos e ignorantes y usan desde falsas acusaciones, “complots contrarrevolucionarios”, expresiones antigubernamentales, pensamientos ‘burgueses’, libros prohibidos, hasta reuniones sociales ‘sospechosas’ y actividades económicas ‘ilícitas’.
Y sí, estemos seguros de que organizarán los temibles “actos de repudio”, pues es propio de estos regímenes cobardes enfrentar a sectores, al padre contra el hijo, al hijo contra la madre, al hermano contra la hermana, al nieto contra el abuelo.
Estos grupos manejados por el Gobierno, pagados con el dinero de todos, el del Estado, no tendrán barreras, serán los encargados de consolidar por medio de la amenaza, el chantaje, la humillación, la fuerza y la corrupción esta “revolución maravillosa”.
A imagen y semejanza de los dirigentes, no respetarán la Constitución ni las leyes, pues su tarea es la defensa ciega de la “revolución”.
El siguiente paso será la institucionalización del “requisito indispensable” para el acceso al estudio intervenido, al trabajo, a la pésima atención médica y a la libreta de racionamiento de los alimentos con el “aval del CDRC”. ¡Qué infamia la del Gobierno de Ponce y Correa!