Redacción Construir
El olor a madera pura es una de las características por las cuales Jorge Garrido le ha dedicado 25 años de su vida a conservar este material. Este ingeniero cuida troncos que trae de la Amazonia y de la Costa.
Los grandes palos llegan a la planta de Consertec y se apilan con separadores, para que se inicie el proceso de secado natural. La ventilación es importante para que la humedad no los afecte.
Es importante evitar que la madera esté en contacto con el piso porque, cuenta Garrido, en esa zona es en donde está la mayoría de agentes corrosivos.
Después las vigas pasan a los secaderos. En las cámaras, el sistema de calor es homogéneo. Con un aparato especial se mide el nivel de humedad para evitar que revienten los palos. La circulación del aire es cíclica.
“El objetivo de este método es que la madera salga con la humedad adecuada”, comenta Garrido. Además, si el cliente lo necesita, se pueden realizar cortes a la madera. Incluso se elaboran muebles y accesorios, como puertas, en el mismo taller.
Las maderas que tienden a contagiarse de polilla o que van a estar expuestas a la intemperie son sometidas a un tratamiento químico. “Hay tres tipos de madera: duras, semiduras y suaves. Estas últimas suelen ser las más proclives a un trato especial”.
El siguiente paso es sacar los troncos para ser vendidos. El proceso, si bien es largo, vale la pena para garantizar el material.