Ejercicios y pausas activas previenen el túnel carpiano en las manos
Jorge Ruperti, de Vozandes, revisa a Érika Cárdenas.Tiene síndromede túnel carpiano. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Antes de un partido, los futbolistas hacen ejercicios de calentamiento para no lesionarse. Acciones similares debieran hacer trabajadores que laboran con sus manos frente a computadoras y más equipos por horas. El propósito: evitar el síndrome del túnel carpiano.
La patología, que incide en la movilidad de las manos, es parte de un listado de 62 enfermedades profesionales. El año anterior se registraron 59 casos por ese mal en el Seguro General de Riesgos del Trabajo del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).
La entidad reconoce lesiones corporales y enfermedades originadas “con ocasión, a causa o por consecuencia del trabajo del afiliado”.
Érika Cárdenas es asistente ejecutiva en la Clínica Vozandes, en el norte de Quito. Ella tiene 35 años y hace 5 empezó a sentir molestias en sus manos.
El dolor -similar al generado por un golpe- comenzó en la muñeca derecha.
Primero fue leve, básicamente sentía un entumecimiento de los dedos pulgar, índice y medio. Luego, con el paso del tiempo aumentó el dolor y se volvió intenso. Llegó hasta la mitad del brazo. “La molestia hizo que no pudiera ni ponerme pulseras”.
En el 2016, Erika comenzó con el tratamiento de esta patología ocupacional. En las terapias le colocaban compresas de agua fría y caliente. Y le hacían masajes en sus extremidades superiores.
Su traumatólogo le enseñó la importancia de realizar calis
tenia o calentamiento de manos. Ahora lo hace antes de comenzar sus actividades diarias frente al computador. El estiramiento y movimiento de sus dedos es fundamental.
También hace pausas activas durante su jornada laboral de ocho horas. Las practica cada dos o tres horas, por entre 5 y 10 minutos. Lo ratifica el médico especialista Jorge Ruperti, traumatólogo de Apoyo del Vozandes. “La calistenia sirve para que la musculatura se relaje y que el llamado atrapamiento nervioso ceda”.
El galeno señala que el síndrome del túnel carpiano se da por la compresión e irritación del nervio mediano -que está en las muñecas-, producto de movimientos repetitivos.
Así que personas como Érika, que manipulan con frecuencia el teclado o el ‘mouse’ son las más afectadas. A los oficinistas se suman los trabajadores que manejan equipos o maquinaria como cirujanos, químicos y embotelladores. Ellos tienen como herramienta sus manos, que se ven afectadas con frecuencia.
Cuando la enfermedad presenta sus primeros síntomas está en la fase clasificada como leve. El tratamiento se basa en medicamentos, terapias y ejercicios de extremidades.
Pero cuando avanza y presenta signos como dolor intenso en la noche -que produce insomnio- y disminución de la fuerza para tomar objetos está en un nivel moderado o severo. En este punto se recomienda una intervención quirúrgica.
Los médicos William Álvarez, cirujano traumatólogo, y Fernando Hidalgo, doctor ortopedista y cirujano, laboran en el centro particular Hand Center Quito, en el norte de la urbe. Tratan problemas relacionados con los miembros superiores del cuerpo humano.
Además, desarrollan procedimientos quirúrgicos para liberar los nervios atrofiados.
Los especialistas han tratado cerca de 247 casos de pacientes con este mal, en el 2015 y el 2016. De ellos, 154 pacientes fueron mujeres y 93 hombres.
“El síndrome tiene una prevalencia más alta en mujeres con más de 50 años. ¿La razón? Ellas realizan más actividades con sus manos dentro y fuera de sus sitios de trabajo”, dice Álvarez, quien además es especialista en cirugía de miembro superior y mano.
Iveth Cevallos cumplió 50 años y padece de síndrome del túnel carpiano. Ella es contadora y ha trabajado durante 31 años en una empresa. Su actividad demanda pasar más de 12 horas frente a la computadora: manipulando el ‘mouse’ y el teclado, de forma repetitiva.
Durante un par de años, Iveth sintió un dolor intenso en sus muñecas. Este mal no le dejaba desarrollarse con normalidad en la oficina y el hogar.
La enfermedad avanzó, por lo que optó por una operación. Su objetivo fue evitar complicaciones mayores, como la pérdida total de movilidad y fuerza en sus manos y brazos.
Hay dos tipos de procedimientos quirúrgicos: ‘miniopen’ y endoscópica. Ambos son mínimamente invasivos y su recuperación es rápida.
Iveth se sometió el 16 de febrero al primer procedimiento. Su recuperación tardó 20 días e incluyó terapias en sus extremidades superiores.
Ahora, esta profesional dice estar lista para volver a su trabajo. “Quedé muy bien, pero tengo que cuidarme más”.
Además -comenta- ya aprendió la lección. “Ahora haré las pausas activas y los ejercicios de calentamiento”.
Érika es disciplinada y diariamente “calienta” los músculos de sus manos y brazos. Todavía no quiere practicarse una cirugía. Además, necesita disfrutar de tiempo con su pequeña hija, quien nació cuando enfrentó los síntomas más fuertes de este mal ocupacional. “No podía cargarla y eso me ponía muy triste”.
Así como Érika e Iveth, el 5% de la población laboral en el mundo padece de esta enfermedad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El organismo internacional reconoce que este mal es una de las patologías más costosas y representa la mayor causa de días perdidos en lugares de trabajo. En el planeta, el costo directo de esta afección al año llega a USD 1 billón.