Miguel Sanipitín, gobernador Natabuela, es uno de los pocos que aún luce el sombrero típico. Foto: José Mafla/ EL COMERCIO
Los sombreros que usan los indígenas Natabuela, de Imbabura, que corrían el riesgo de desaparecer, están de vuelta.
Un grupo de 12 mujeres elabora este atuendo típico. Sin embargo, no usan lana prensada de oveja, como se hacía antiguamente. Ellas utilizan cartón, papel y plástico de reciclaje.
Los sombreros Natabuela, a diferencia de los de otros pueblos kichwas del país, tienen el ala grande y arremangada, similar a la de los mexicanos.
Hace dos meses empezó la iniciativa por recuperar esta prenda, que visten los kichwas de las parroquias Andrade Marín, San Francisco de Natabuela, San José de Chaltura, Atuntaqui, del cantón Antonio Ante, y de San Antonio de Ibarra.
El viernes (9 de enero) último, Bernarda Pareja, una de las artesanas que participa en el proyecto, confeccionaba uno de estos artículos. El proceso se inicia con la formación de copa.
Con la ayuda de un molde de cartón dibuja las formas de las piezas, que luego ensambla manualmente usando pegamento y grapas.
Miguel Sanipitín, gobernador del pueblo Natabuela, es uno de los pocos que aún luce esta pieza original, fabricada con lana prensada.
El último de los tres sombreros que posee lo adquirió en la parroquia de Ilumán, en Otavalo. Pero en Natabuela prácticamente desaparecieron los sombrereros, se lamenta.
Entre las razones están que las nuevas generaciones han dejado de usar la vestimenta indígena. El otro motivo es que adquirir la lana de oveja en el mercado es cada vez más difícil.
Por ello surgió esta iniciativa de las emprendedoras, como una estrategia para evitar que las técnicas vernáculas de elaboración de esta prenda se pierdan. Así explica Omar Escola, artista plástico que asesora en el proyecto local.
De acuerdo con la tradición, los varones visten pantalón y camisa blancos, con figuras bordadas con hilos de colores.También usan un poncho en tonos rosado, azul y verde.
La mujer, en cambio, lleva un anaco (falda) de tela negra y una camisa blanca bordada.
En los dos casos, el sombrero es una prenda que antes se usaba permanentemente y que hoy está reservado para ceremonias especiales, como el Inti Raymi, San Pedro y Pablo, Corpus Christi, matrimonios…
En el caso de las damas, la copa del sombrero es más pequeña que la de los caballeros.
Solamente, Sanipitín, de 88 años, luce siempre este implemento en la cabeza. Así rinde homenaje a su padre, quien le inculcó estar orgulloso de su cultura. Esos mismos principios los transmite a las nuevas generaciones desde hace dos décadas cuando fue nombrado Gobernador vitalicio, un cargo simbólico de su pueblo.
El proyecto unificó las técnicas de elaborar sombreros y de reciclaje, explica Escola.
El cartón y el papel, la base de esta pieza, provienen de los hogares. Igual, las botellas plásticas con las que se forma la copa. Además, se utiliza aserrín.
Martha Rivera, una de las emprendedoras, explica que una vez que son unidas las piezas se lo cubre con resina y papel seda. Luego de dos días se vuelve a colocar resina y aserrín. Este último material le da una similitud a la lana prensada.
Los sombreros de material reciclado incluso fueron uno de los atractivos de la Feria de Productos Típicos, que se hizo en Otavalo, en diciembre último.
Ahí cada unidad, destinada básicamente a la decoración, se comercializó en USD 7. La de lana prensada cuesta 25.